Por Carlota E. Ramírez
28/06/2015
28/06/2015
Atenas se ha levantado tranquila a pesar de que anoche se votase a favor de un referéndum clave para su futuro. Periodistas de todo el mundo han llenado los hoteles del centro de la ciudad y desde primera hora de la mañana varias cámaras hacían guardia delante de los cajeros. A pesar de la incertidumbre que ha habido durante todo el día sobre el futuro de los bancos griegos, las colas que se han formado no eran tan largas como algunos esperaban y la gente parecía calmada.
En un barrio a las afueras de la ciudad, hay cuatro cajeros seguidos con más de seis personas esperando a sacar dinero. Muchos de ellos se niegan a hablar con la prensa.
En un barrio a las afueras de la ciudad, hay cuatro cajeros seguidos con más de seis personas esperando a sacar dinero. Muchos de ellos se niegan a hablar con la prensa.
Una mujer, de mala gana, dice que ella sólo va a sacar su sueldo, como hace cada mes: "No vengo a sacar todos mis ahorros, si es lo que piensas", espeta a El Huffington Post. Unos metros más adelante, esperando en la puerta de otro banco, están Lino y Tasos, de 21 y 22 años. "Venimos a sacar un poco de dinero porque es domingo, si pasa algo grave mañana sacaremos más. Creo que es imposible que cierren los bancos", dice Tasos, "en la prensa es que son muy alarmistas". Lino, en cambio, no parece tan convencido, no sabe lo que pasará, pero asegura que no tienen miedo.
Casi entrando ya en la plaza Syntagma, varios taxistas charlan un poco alterados. Juan tiene 63 años y lleva toda su vida en el negocio. Vota al partido conservadorNueva Democracia y cree que "Grecia va camino de su muerte" y que "Tsipras no dice nada, solo nos lleva a la desgracia". Kostas, de 27, afirma que desde que empezó la crisis hay un 60% menos de personas que utilizan taxis. "Además, los impuestos no han hecho más que subir y la vida es mucho más cara", explica, después de aclarar que él no tiene más que lo justo de su dinero en el banco, porque hace tiempo que no se fía.
ALGUNOS MAYORES LO COMPARAN CON LA ALEMANIA NAZI
En la plaza más popular de Atenas, delante del Parlamento, está María, sentada en un banco. Tiene 75 años y una expresión entrañable. "Creo que este señor lo está haciendo muy bien", comenta sonriente refiriendose a Tsipras, "parece que es bueno con las personas". Cuando se le pregunta si tiene miedo responde: "¿Por qué voy a tener miedo?". Cree que se está utilizando por propaganda y por dinero: "No me creo nada. Tengo una pensión y no tengo miedo por ella". Sin hacerle ninguna pregunta añade: "Me gusta el señor Tsipras. Muchos están contra él porque es de la izquierda, pero a mi edad me da igual si es de izquierdas o de derechas, parece un buen hombre".
Cuenta que en 1945, a la edad de cinco años, sus padres le decían que no debía tener miedo de los alemanes ni de la guerra. ¿Por qué entonces va a tener miedo ahora? Cuando la bautizaron, le pusieron un segundo nombre. Se llama María Libertad (traducido al español), porque el mismo año de su bautizo se liberó Grecia de los nazis. No es la primera vez que alguien de su edad compara estos dos momentos históricos.
Una hora más tarde, mientras se daba por finalizada la reunión de la cúpula económica del país, varias personas empezaban a colgar en la plaza pancartas en las que se podía leer: "Di NO el 5 de julio. No debe haber ningún acuerdo, el liberalismo debe acabar. Acción Comunista Revolucionaria" o "Solidaridad internacional contra el fascismo y los empresarios. Antifascistas en Acción".
Una de ellas la ha desplegado Vasafos, un profesor de instituto de 45 años. Él también nota a la gente tranquila, pese al cierre. No le importa el dinero porque, según dice, no lo tiene. En la acera de enfrente, los turistas seguían con normalidad el cambio de guardia tradicional a la puerta del Parlamento.
Una de ellas la ha desplegado Vasafos, un profesor de instituto de 45 años. Él también nota a la gente tranquila, pese al cierre. No le importa el dinero porque, según dice, no lo tiene. En la acera de enfrente, los turistas seguían con normalidad el cambio de guardia tradicional a la puerta del Parlamento.
"¡JÓDELOS!", "¡ESTAMOS CONTIGO!", "¡NO TENGAS MIEDO!"
Mientras Vasafos y sus colegas reparten panfletos y esperan a la manifestación que concluirá en Syntagma, la gente empieza a aplaudir y la prensa empieza a correr detras de dos personas. Son Yanis Varoufakis y su número dos, caminando a pie desde el Ministerio de Economía hacia la residencia del Primer Ministro. Los periodistas le preguntan si es cierto que le expulsaron de las negociaciones. Él se ríe y hace bromas con ellos. En el trayecto, se cruza con el resto de manifestantes, que le gritan cosas como: "¡Jódelos a todos!", "¡Estamos contigo!"o "¡ No tengas miedo!". Poco a poco todos los ministros y secretarios de Estado llegan a pie al mismo sitio. La responsable de inmigración griega ha dado a este diario un mensaje para España: "Optimismo, lucha y resistencia".
Al mismo tiempo que todos ellos se reúnen para discutir la situación, un par de manzanas más lejos se hace política en la calle. La manifestación ha llegado a la Syntagma y cientos de personas, en su mayoría jóvenes, gritan consignas en griego. Cuatro de ellos, todos universitarios, explican que no tienen dinero, pero que eso no significa que no les preocupe lo que pasa. "La universidad sigue siendo gratis, pero nos suben los impuestos de todo lo demás", dicen a gritos entre la multitud.
Mientras Atenas discute sobre su situación económica tanto en las instituciones como en las calles este domingo, hacia las nueve de la noche la lluvia ha ido dispersando poco a poco a los manifestantes, que han ido abandonando la plaza. Pero todos ellos se han ido a casa pendientes de cómo se despertará el país entero mañana.