El trotskismo al servicio de la CIA contra los países socialistas
Ludo
Martens
Parti du
Travail de Belgique
Octubre
20 de 1992
Después
del triunfo de la contrarrevolución burguesa en Europa del Este y en la Unión
Soviética, queda de manifiesto, y sin lugar a dudas entre los comunistas, cuál
es la verdadera motivación del trotskismo.
El
desarrollo del proceso contrarrevolucionario en Europa del Este y la Unión
Soviética, nos revela claramente el sentido de clase que imprimen los
trotskistas a su posición ideológica, permitiéndonos verificar en la práctica
la ambivalencia del discurso que han sostenido por más de sesenta años. No es
complicado, hoy día, percibir a través de su lenguaje "izquierdista"
el verdadero objetivo de esta corriente.
Nos basta
leer las declaraciones que han hecho en los últimos dos o tres años, para ver
que su estrategia central es el anticomunismo absoluto; una corriente que
recluta a los elementos progresistas de la pequeña burguesía, para
adoctrinarlos en el anticomunismo.
En suma,
decimos que esta tendencia sólo ha llevado a cabo con perseverancia,
continuidad y convicción el combate contra el marxismo-leninismo y el
movimiento comunista internacional.
Es
nuestro propósito probar la veracidad de estas afirmaciones, y lo haremos mediante
el estudio y análisis de las proposiciones hechas por los trotskistas en el
momento en que surgen las contrarrevoluciones, llamadas de terciopelo, que
conllevaron a la restauración del capitalismo en Europa del Este y en la Unión
Soviética.
En los
años treinta Stalin planteó una pregunta esencial: ¿En un país en el cual el
socialismo ha establecido la dictadura de la clase trabajadora, es posible el
restablecimiento del capitalismo? Trotski respondió: el restablecimiento del
capitalismo es imposible sin un levantamiento armado de la burguesía y sin una
guerra civil prolongada. Su planteamiento de la "restauración
imposible", sirvió para eliminar toda alerta política e ideológica,
favoreciendo una posición conciliadora y estimulante, tanto al interior del
Partido, como hacia el enemigo de clase en la sociedad.
Desde la
Revolución Cultural, los marxistas-leninistas reafirmaron que un Partido
Comunista puede degenerar al ser invadido por concepciones y teorías burguesas
y pequeño-burguesas.
El
revisionismo es la adopción de las ideas de la burguesía y la pequeña-burguesía
disfrazadas con terminología marxista-leninista. Cuando el revisionismo
definitivamente logra acaparar un partido comunista, éste se vuelve el
instrumento principal para el restablecimiento burgués progresivo, tanto en el
plano ideológico-político como económico.
Mandel,
el líder principal de la llamada IV Internacional, se ufana afirmando que esta
teoría "estalinista" sólo sirve para justificar la arbitrariedad,
haciendo así eco a una de las tesis de Trotski.
"Sólo
verdaderos tontos..."
En 1934
Stalin demostró que la corriente del grupo oportunista Zinoviev-Kámenev,
llevaría necesariamente al restablecimiento del capitalismo en la Unión Soviética.
La historia demostró que las críticas de Stalin a Trotski, al grupo
Zinoviev-Kámenev y posteriormente a los seguidores de Bujarin, fueron de mucho
acierto.
El
rechazo de esas proposiciones, en el curso de los años veinte y treinta,
permitió mantener la dictadura del proletariado y construir el poder político y
militar necesario para defender al socialismo de la agresión fascista. Muchas
ideas de Trotski, Zinoviev y Bujarin fueron retomadas medio siglo después por
los revisionistas Jruschov y Brezhnev; y solo dos años después de la
rehabilitación oficial de estas ideas oportunistas por Gorbachov, el
restablecimiento del capitalismo era un hecho real.
Es de
recordar que en 1943, Trotski argumentó contra Stalin: "Sólo verdaderos
tontos son capaces de creer que proposiciones capitalistas, tales como la
propiedad privada de los medios de producción, o de la tierra, puedan
restablecerse de una manera pacífica en la Unión Soviética, y que desemboquen
en un régimen democrático-burgués. De hecho el capitalismo sólo puede
restablecerse en Rusia a través de un violento golpe de Estado
contrarrevolucionario, que exigiría diez veces más de víctimas que la
Revolución de Octubre y la guerra civil". (1) Diez veces más, eso quiere
decir que el restablecimiento del capitalismo en Rusia significaría un número
de víctimas entre los 50 y 90 millones...
1989:
"La restauración imposible a mediano plazo"
Ya en
1989, momento en el cual las fuerzas contrarrevolucionarias ejercían su abierta
ofensiva, Mandel persiste afirmando que el fantasma de la restauración
capitalista no es otra cosa que una mentira estalinista para justificar la
"represión". En 1989 ya se habían pasado al campo imperialista
Polonia y Hungría. Sin embargo Mandel escribía: "La pequeña y media
burguesía forman tan solo una minoría en la sociedad de estos estados
obreros-burocráticos y gozan solamente de una ayuda limitada del gran capital
internacional. Pero sumando todo esto, la confluencia de intereses no es
suficiente para que a corto o a medio plazo se pueda imponer el
capitalismo." (2)
Ya hace
mucho tiempo que los marxistas-leninistas describieron las cuatro fuerzas
sociales que forman la base para el restablecimiento. Primero, es la capa de
burócratas y elementos corruptos en el seno del Partido y del aparato de
Estado. Segundo, son las fuerzas políticas e ideológicas de las viejas clases
reaccionarias. Tercero, son los nuevos elementos burgueses y explotadores que
se han desarrollado dentro de la sociedad socialista. Cuarto y último, son las
fuerzas imperialistas que, de manera abierta o clandestina, funcionan en los
países socialistas. Mandel desconoce la existencia de las dos primeras formas y
minimiza las otras, aunque desde Reagan se duplicó la infiltración e
intervención capitalista.
Mandel
utiliza los mismos argumentos para apoyar la contrarrevolución en la Unión
Soviética: "¿Para dónde va la Unión Soviética de Gorbachov? Excluyamos,
por ser imposible, la posibilidad del restablecimiento del capitalismo en la
URSS, ya que de la misma manera que es imposible eliminar el capitalismo,
tampoco este se puede restaurar progresivamente." (3)
Los
trotskistas dispersaron a los cuatro vientos su teoría de imposibilidad de
restauración mientras existiese la más mínima resistencia por parte del Partido
Comunista y del Estado.
Desde los
años treinta, esta teoría justificará la desproporcionada ayuda a todas las
corrientes oportunistas y contrarrevolucionarias. En los años treinta y
cuarenta también apoyaron a todas las corrientes y fracciones oportunistas en
su lucha contra la dirección marxista-leninista del Partido. En 1956,
aplaudieron al "corajudo antistalinismo" de Jruschov, convirtiéndose
en propagandistas de Solzhenitsin, el reaccionario seguidor del zar; apoyaron a
todas las fuerzas reaccionarias nacionalistas y fascistas, como también a los
disidentes prooccidentales. Propagaron sin rodeos todas las teorías
anticomunistas que estaban de moda en los círculos gorbachovianos, e incluso
destinaron dos tercios de su propio periódico a artículos de derecha, tomados
del Novedades de Moscú y del Sputnik. (4) Resumiendo, en nombre de la teoría de
la restauración imposible, los trotskistas apoyaron a todos los
contrarrevolucionarios, hasta el día en que no quedó nada de las ideas e
instituciones socialistas creadas y defendidas por Lenin y Stalin.
Una vez
terminada la batalla, Mandel mencionó en una entrevista posterior a los hechos
del Este, la teoría de imposibilidad de la "restauración":
"Excluyo la posibilidad de una restauración gradual y pacífica e imperceptible
del capitalismo. Esta es una ilusión reformista, antes deberán romper la
resistencia obrera...". Más adelante continuó su declaración aludiendo a
la trotskista Catherine Samary, quien dice que la restauración es posible, pero
se hará "exclusivamente sobre el modelo turco..." (5). La evocación
de una eventual restauración no influye en lo absoluto en la política
trotskista, que guarda invariablemente su objetivo primero: la destrucción de
todo lo que se parezca al comunismo. De este modo tres meses más tarde, a fines
de diciembre de 1989, cuando se produce el asalto final de la
contrarrevolución, los trotskistas lanzan la siguiente consigna en primera
página: "Solidaridad con la revolución que comienza al Este..." (6)
De un
lado "la burocracia", del otro "las masas"...
La tesis
de restauración imposible les sirvió de camuflaje durante sesenta años para
desertar decentemente y pasar al lado de los anticomunistas.
Stalin, y
después Mao Tsetung, enfatizaron que la lucha de clases continúa dentro del socialismo;
que la lucha entre el camino socialista y el camino capitalista permanece
durante un gran período histórico, y por supuesto una restauración capitalista
siempre es posible. Que para mantener y fortalecer el socialismo, se necesita
un Partido Comunista marxista-leninista auténtico, una estructura que en
momentos necesarios purifique sus filas de corrientes oportunistas. El
socialismo se debe defender contra sus enemigos, contra los restos de las
viejas clases reaccionarias, contra los nuevos elementos burgueses que renacen
durante el nuevo régimen, y contra los agentes del imperialismo.
Mandel y
los trotskistas desarrollan una "teoría" original para combatir estos
conceptos: la lucha de clases existe en realidad dentro del socialismo... Pero
esta lucha opone la "burocracia" a las "masas populares".
Denunciando
violentamente "la burocracia", como lo hicieran antes los fascistas,
los líderes trotskistas apoyan toda forma de oposición reaccionaria contra el
socialismo, afirmando que éste es el sentido de le reivindicación y de la
voluntad de las "masas populares". Convirtiéndose en abogados de
todas las fuerzas burguesas y anticomunistas, los trotskistas sitúan de un lado
la "burocracia" que frena las libertades democráticas, y al otro lado
las fuerzas de la "revolución política" que luchan por el
"socialismo auténtico".
Así
escribe Mandel en octubre de 1989: "El sentido principal de todas las
luchas políticas actuales no gira alrededor de la restauración del capitalismo,
sino que se trata de avanzar hacia la revolución política antiburocrática, es
decir salvaguardar todas las libertades democráticas que las masas conquistaron
durante la glasnost. La lucha principal no se sitúa entre las fuerzas
procapitalistas y las fuerzas anticapitalistas sino que es la oposición de la
burocracia contra el pueblo". (7)
Partiendo
de este punto de vista, que sitúa "la burocracia contra las masas",
Mandel apoya abierta y explícitamente las fuerzas liberales, socialdemócratas,
monarquistas y fascistas, en su lucha en contra de los restos del socialismo.
"La
glasnost es trotskismo..."
En el
momento que la burguesía internacional reconocía que la restauración del
capitalismo ya era un hecho, Mandel recibía los honores de la prensa
anticomunista de la Unión Soviética. Su desvergüenza llega a tal extremo que lo
llevó a declarar que Gorbachov era un gran revolucionario, retomador de las
teorías trotskistas. Dice Mandel: “ahora pueden ver todos los comunistas del
mundo quiénes son los verdaderos revolucionarios y contrarrevolucionarios.
Trotski, los trotskistas, Gorbachov y los seguidores de Gorbachov se encuentran
en el campo de la revolución; Stalin y los estalinistas están en el campo de la
contrarrevolución”. Mandel declara en Managua que Stalin representa una
"contrarrevolución violenta" (8).
Felizmente,
gracias al esfuerzo de Mandel y Gorbachov, hemos avanzado en 1990 hacia la
verdadera revolución.
He aquí
la declaración de Mandel a Temps Nouveaux: "Temps Nouveaux: ¿Declara
Gorbachov que la perestroika es la nueva revolución auténtica? Ernesto Mandel:
Si, efectivamente él dice eso, y esto es en realidad muy positivo. Nuestro
movimiento ha defendido durante 55 años esta tesis, por lo cual se le denominó
contrarrevolucionario. Hoy en día se comprende bien, en la Unión Soviética y en
el seno de la mayoría de los movimientos comunistas internacionales, dónde se
encontraban en realidad los verdaderos contrarrevolucionarios". (9)
No hubo
que esperar dos años para ver caer la Unión Soviética en manos de la mafia
pronorteamericana y zarista, para ver florecer las fuerzas fascistas y zaristas
en Rusia y las otras repúblicas, y para ver diferentes guerras civiles
reaccionarias entre las diferentes fracciones burguesas de la población civil.
Esto descubre la verdadera faz de los "revolucionarios" de la
glasnost y la perestroika; esto demuestra también para qué fuerzas políticas
trabaja Mandel, este profesional del anticomunismo.
Catherine
Samary, la otra estrella de la IV Internacional, confirmó a la prensa soviética
que Gorbachov aplicó el programa desarrollado por Trotski. Ella hace el elogio
de la glasnost:
"En
vuestro país aún no se ha publicado nada acerca de la plataforma de izquierda
que luchó contra Stalin y que propuso un camino alternativo para la
construcción del socialismo. Pero están ustedes en vía de adoptar esas ideas:
construir una democracia socialista auténtica y la autogestión". (10)
El apoyo
de Mandel a Yeltsin
Mandel,
ferviente partidario de la glasnost de Gorbachov, considera como obligación
propia el apoyo a las fuerzas más a la "izquierda" de Gorbachov,
convirtiéndose así en el vocero de Yeltsin y Sajarov.
A
comienzos de 1989 Mandel presenta a Yeltsin como el representante de los
trabajadores, el hombre de la democratización, que interpreta las ideas de la
clase política consciente de la URSS. Mandel escribe en su libro sobre
Gorbachov: "La destitución de Yeltsin (el 11 de noviembre de 1987) como
dirigente del PCUS es un retroceso grave en el proceso de democratización de la
URSS". (11)
"Yeltsin
es hoy la personalidad política más popular entre los trabajadores soviéticos.
Espontáneamente se hicieron miles de etiquetas con el eslogan 'Que regrese
Yeltsin'. Todo esto señala la voluntad de una clase política consciente,
dispuesta a conservar y ampliar las libertades democráticas parciales obtenidas
durante el período 1986-1988". (12)
El 3 de
abril de 1989, Mandel da la bienvenida "Al nacimiento de una izquierda más
radical y masiva, con tres líneas directivas y progresistas que sobresalen en
la plataforma de Yeltsin y Sajarov: contra los privilegios de la burocracia,
por más igualdad y por un sistema multipartidario". (13)
Sajarov,
el representante de la "izquierda radical", tenía ya hace muchos años
la reputación de agente oficial de la CIA en la Unión Soviética. Él apoyó con
entusiasmo la agresión norteamericana contra Vietnam.
Compartía
la idea de que los norteamericanos hubieran ganado la guerra "si hubiesen
actuado con más decisión en el campo militar y sobre todo en el campo
político". (14) La prensa internacional ha comentado la admiración de
Yeltsin por el capitalismo norteamericano y reconoció los contactos de Yeltsin
con la CIA durante su primer viaje a los EU. Incluso un periódico belga de
derecha como De Gazet van Antwerpen, reconocía que Yeltsin exageraba al
declarar: "El capitalismo no está en declive, al contrario florece. Con
poco dinero se puede comprar todo. En las calles no hay ningún peligro durante
la noche. Incluso los desamparados tienen una visión positiva de la vida".
(15)
¡Después
de estos propósitos abiertamente antisocialistas, Mandel seguía considerando a
Yeltsin como "la izquierda radical democrática" del Partido Comunista
de la URSS!
A
principios de 1990 continuaba la prensa trotskista demostrando su apoyo a la
"democracia radical" y a la oposición en la Unión Soviética: "El
Moskovkaya Pravda del 23 de febrero de 1990 publicó 'la plataforma democrática'
de la oposición radical democrática dirigida por Yeltsin. La plataforma exige:
el ejercicio del poder por los soviets, elegidos en base a un sistema
multipartidario, la abolición del "rol" dirigente del PC y la
aprobación de una ley que legalice el sistema multipartidario". (16)
Está
claro que los trotskistas permanecen apoyando esos puntos de vista de Yeltsin,
al coincidir con su línea "revolucionaria".
Mandel
llega a un extremo tal, que declara a Yeltsin como el nuevo Trotski: "En
este momento, Yeltsin representa la tendencia que está por la reducción del
enorme aparato burocrático. Él camina sobre las huellas de Trotski." (17)
Mientras
en 1991 Yannaviev trató de improvisar un golpe de Estado, Yeltsin por su parte
preparó un golpe de Estado auténtico que destruía toda la legalidad del sistema
existente: fue apoyado por una movilización internacional desenfrenada de todas
las fuerzas imperialistas. Mandel y los trotskistas estaban por supuesto al
lado de Yeltsin. "La movilización, la nueva vida propagada por Yeltsin y
el rechazo al sistema anterior muestran el fracaso de lo que más parece un
cambio de ruta, que un golpe de Estado. Hay que oponerse a los cabecillas y
estar al lado de Yeltsin para que desarrolle la autoorganización, el pluralismo
político y la libertad de opinión, que son las únicas garantías de los cambios
que se aproximan. Somos partidarios de la nacionalización de las propiedades
del Partido Comunista y de los sindicatos oficiales". (18)
Para
todos los anticapitalistas honestos era claro que Yeltsin representaba las
fracciones ultraliberales y pronorteamericanas de la nueva burguesía rusa, que
conservaba con mucho honor la herencia zarista. Sin embargo los trotskistas
aplaudieron el golpe de Estado contrarrevolucionario de Yeltsin, porque éste
abría camino a la "autoorganización", es decir la autoorganización de
las masas contra el Partido Comunista, ya que el pluralismo introducía la
libertad para los partidos liberales, socialdemócratas, fascistas y zaristas.
La libertad para todos los partidos burgueses, acompañada de la inevitable
represión contra las organizaciones comunistas, incluso llegando a su
prohibición, lo que es propio de todo sistema burgués-pluralista.
Un año
más tarde nadie podía negar, incluso la gran burguesía internacional, el
carácter de extrema derecha y proimperialista de Yeltsin.
Como
verdaderos provocadores anticomunistas, los trotskistas se atrevieron a
titular: "¿Sigue Boris Yeltsin las huellas de José Stalin?" (19).
Este ejemplo nos muestra que estos anticomunistas no retroceden ante ninguna
bajeza. Ellos apoyaron hasta el final al liberal Yeltsin en su lucha
anticomunista y lo compararon con su respetado jefe revolucionario, el gran
Trotski; y después de algunos meses, cuando la restauración capitalista fue un
hecho, luego de que Yeltsin honró la memoria de los viejos zares, los
trotskistas declararon que Yeltsin se parece a su peor enemigo: Stalin.
"Un
gran suspiro de alivio..."
En abril
de 1989, Mandel publicó un libro en el cual reflejaba todo lo que pensaba sobre
Gorbachov, Yeltsin, y sobre todo de la Glasnost.
No
olvidemos que difícilmente la burguesía escondía su entusiasmo por los cambios
que Gorbachov introducía.
La señora
Thatcher se declaró partidaria de la Glasnost y de la perestroika; la burguesía
anunciaba el fin del comunismo y el comienzo de una era de paz, de democracia y
libertad. Con su solapado "lenguaje de izquierda", Mandel apoyó como
siempre la corriente de moda en la burguesía. En su libro escribe: "La
pesadilla del estalinismo y del brezhnevismo está definitivamente superada. El
pueblo soviético, y el proletariado internacional, y toda la humanidad puede
dar un suspiro de alivio." (20)
Sin
embargo, en este tiempo nosotros habíamos enfatizado que la contrarrevolución
en Europa del Este y en la Unión Soviética era un triunfo estratégico del
imperialismo; esto significaba una catástrofe para el pueblo de los antiguos
países socialistas; acentuaría la represión en el tercer mundo, donde el pueblo
sería la primera víctima de los cambios. En aquel tiempo decían los
trotskistas: "La locura de la dirección del PTB se acentúa". (21) ¡En
el mismo periódico trotskista, explicaban que "el gran suspiro de alivio
para la humanidad", promía un futuro sin intervenciones militares
imperialistas para los pueblos del tercer mundo! "Los movimientos de masas
en Europa del Este significan también una amenaza.... para el imperialismo.
Una intervención
internacional del imperialismo en el tercer mundo se hace mucho más
difícil". (22) Y cuando un año después la coalición imperialista dirigió
su agresión bárbara contra Irak, los trotskistas declararon que ellos luchaban
contra Saddam Hussein y contra los aliados. Mientras tanto "el suspiro de
alivio" en Europa del Este y la Unión Soviética se convirtió en un grito
de horror ante el desempleo, la miseria, la pobreza, el nacionalismo
reaccionario y la guerra civil.
Soñando
con el "suspiro de alivio" del pueblo soviético, Mandel intenta dar
un broche de oro a su libro.
Resumimos
la última página: "La evolución actual confirma que las predicciones de
Trotski, de hace medio siglo, parecen más realistas y probables: "si el
proletariado se activa, queda el aparato estalinista flotando en el aire. Si
aun así ofrece resistencia se tomarán medidas, no tipo guerra civil, sino más
bien medidas policiales. Aquí no se trata en ningún momento de un levantamiento
contra la dictadura del proletariado, sino de retirar la maleza."
Continúa:
"La revolución que se prepara contra la burocracia, no será una revolución
social, como la de octubre de 1917, pues no se trata de cambiar la base
económica de la sociedad, ni de reemplazar una forma de propiedad por otra. Así
será." (23)
Es meritorio que Mandel se asocie al viejo Trotski en su análisis de la glasnost (quien apenas un año después servirá para desenmascararlo como irremediable anticomunista). Después de 300 páginas de análisis, Mandel concluye que la predicción de Trotski podría realizarse gracias a la glasnost. Hace medio siglo ya que Trotski se esforzaba para provocar un levantamiento antibolchevique. Como la dictadura del proletariado era consistente, y el Partido bolchevique movilizaba con dinamismo a las masas de campesinos y obreros, Trotski se refugió en la seductora demagogia "izquierdista": si se derroca al Partido "estalinista", la dictadura del proletariado seguirá vigente, y sólo se acabaría con "la falacia burocrática". El levantamiento desparasitaría un cuerpo sano. No habrá más clases reaccionarias o de venganza en el cuerpo de la sociedad soviética y no habrá nuevas fuerzas burguesas.
El cuerpo
socialista se levantará contra el "parásito estalinista". Trotski
tenía que asegurar a los obreros que su levantamiento no cambiaría las bases
económicas del socialismo; que en ningún momento se pensaría en introducir de
nuevo la propiedad privada. ¡Por supuesto! Cincuenta años después daría Mandel
las mismas seguridades utilizando estas sentencias como conclusión en su libro:
la glasnost y el proceso de "democratización" en la sociedad
soviética, llevados hasta el final, conservarán y reforzarán la dictadura del
proletariado, y no cambiarán nada en lo que respecta las bases económicas de la
sociedad.
Dos años después
pudimos asistir al derrocamiento criminal y contrarrevolucionario, que fue
justificado por estas cálidas palabras.
La
"revolución política antiburocrática" de los trotskistas
Desde
hace sesenta años, los trotskistas insisten en que quieren erradicar la
burocracia en los países socialistas por medio de una "revolución
política". El odio de Trotski al sistema socialista se hace notorio en su
caracterización de la dirección bolchevique de la Unión Soviética: la
"casta de nuevos ricos rapaces", la "oligarquía total", la
"nueva aristocracia", la "banda criminal de Stalin" (24),
la "casta de los nuevos opresores y parásitos", la "burocracia
total", el "grupillo autocrático". (25) Este es el mismo discurso
que podemos encontrar en la literatura fascista a finales de los años treinta.
Según
Trotski, la movilización de todas las fuerzas de oposición contra la
"burocracia", conducirá a una revolución política que liberará a la sociedad socialista auténtica de los
parásitos burócratas. Esta teoría constituye, según el grupo de Mandel, el
núcleo de la doctrina trotskista: "La teorización de la degeneración
burocrática de la URSS y de la revolución política es la adquisición
programática más importante del movimiento trotskista. La revolución política y
las tareas que comprenden su preparación dan la razón de existencia a la IV
Internacional". (26)
Provocaciones al servicio de los nazis
El significado real de la teoría de la
"revolución política" se hizo claro en el transcurso de las luchas en
los años treinta. Toda la burguesía de Occidente mostró su apreciación positiva
por Trotski, por su "análisis profundo de la revolución traicionada".
En realidad Trotski hablaba como un poseído anticomunista y su palabrería
contra el Partido bolchevique y contra Stalin fueron y son aplaudidos aun por
los ideólogos del imperialismo.
Nos limitamos a dar aquí un ejemplo. En 1982 Henri
Bernard, profesor emérito de la Real Academia Militar de Bélgica, editó un
libro para prevenir a la opinión pública del peligro soviético. Él dice: 1934
se parece a 1982, los nazis de ayer se parecen a los comunistas de hoy, el
antifascista Einstein encontró su seguidor en el anticomunista Solzhenitsin.
(27)
Para mostrarnos la amenaza que rodea al Occidente
en 1982, Bernard juzgaba útil hacer un recorrido histórico por la Unión
Soviética a partir de 1917.
He aquí algunas frases recopiladas durante ese
largo trayecto: "Lenin, como Trotski, era un ser humano.
Su vida sentimental no era abatida por ninguna
finesa. Trotski debía normalmente suceder a Lenin. A pesar de las divergencias
de opinión, Lenin siguió conservando gran afecto por Trotski, y pensaba en él
como su sucesor. Encontraba que Stalin era muy brutal. En el plano interno,
Trotski rechazaba la burocracia atemorizante que paralizaba la máquina
comunista. En fin, Trotski sostenía que un régimen sólo se podría desarrollar
con una gran libertad de opinión y un espíritu constructivo crítico. Artista,
hombre de letras, inconforme y frecuentemente profeta, no se pudo reconciliar
con los dogmas primarios del Partido." (28)
De esta
forma habla uno de los principales jefes del servicio de investigación militar,
sobre los méritos de Trotski.
En 1938,
la agresión de Hitler es una amenaza constante para la Unión Soviética, momento
en el cual el Partido Comunista lleva a cabo una lucha definitiva contra los
derrotistas y colaboradores, y es precisamente ahí, cuando el Partido moviliza
todas las fuerzas para la lucha gigantesca que se aproxima, que Trotski lleva a
cabo su provocadora agitación, que sirvió sobre todo de argumento a los nazis.
En 1938
se preparaban todos los comunistas y patriotas soviéticos, en cuerpo y alma, a
las tareas políticas y militares en perspectivas de la agresión nazi. Los
demenciales llamados de Trotski a un levantamiento armado, tan solo encontraron
resonancia en los peores enemigos del socialismo. He aquí algunos puntos de
vista que Trotski defendía entre 1938 y 1940.
"Sólo
se puede asegurar la defensa del país por medio de la destrucción del grupillo
autocrático de saboteadores y derrotistas" - 3 de Julio de 1938. (29)
En ese
momento, ante la amenaza nazi, las tensiones en la Unión Soviética se hacían
mayores. Algunos grupos de oportunistas, para quienes los sacrificios eran
demasiados, y algunos grupos contrarrevolucionarios, habían planeado un golpe
de estado. La depuración, estrictamente necesaria en vista de las perspectivas
de guerra, debía ser dirigida precisamente contra estos grupos. Trotski les dio
un argumento nuevo para apoyar la agitación contra el Partido: La derrota de la
URSS por los nazis es un hecho si Stalin y los estalinistas permanecen al
poder, por esto hay que destituir la dirección actual del Partido por medio de
un levantamiento. Esto coincidía exactamente con los objetivos de los nazis,
quienes querían desencadenar una guerra civil para realizar más fácilmente sus
planes de invasión.
"Sólo el derrocamiento del grupo separatista del Kremlin podrá restaurar la fuerza militar de la URSS.
Todos los
que de forma directa o indirecta apoyen el estalinismo, todos los que exageren
la fuerza de su ejército, son los grandes enemigos de la revolución socialista
y de los pueblos oprimidos." - 10 de octubre de 1938. (30)
Habría
que tener en cuenta que los nazis alemanes creyeron en esa propaganda y la
apoyaron con firmeza para darle fin al bolchevismo. Pero después de 6 meses de
guerra tuvieron que reconocer que ellos habían subestimado las posibilidades
militares y la combatividad de los soviéticos.
"Sólo
un levantamiento del proletariado soviético contra la tiranía vergonzosa de los
nuevos parásitos puede salvar lo que queda en las bases de la sociedad de las
conquistas de Octubre" - 14 de noviembre de 1938. (31)
"Las
conquistas de la Revolución de Octubre sólo le pueden servir al pueblo si son
capaces de actuar contra la burocracia estalinista, como cuando actuaron contra
la burocracia zarista y la burguesía. (...) Esto sólo se puede lograr de una
manera: por medio del levantamiento de los obreros, los campesinos y los
soldados del Ejército Rojo contra la nueva casta de opresores y parásitos. Para
preparar un levantamiento de esta magnitud se necesita un nuevo partido, la IV
Internacional" - Mayo de 1940. (32)
Los
lectores habrán notado la fecha en la cual se produjo esta prosa delirante:
mayo de 1940. Hacía ya 7 meses que Inglaterra y Francia le habían declarado la
guerra a la Alemania de Hitler; dos meses antes Finlandia, aliado de Alemania,
capitulaba ante la Unión Soviética luego de tres meses de guerra. Stalin
trataba por todos los medios de ganar tiempo, sabiendo que la agresión nazi se
podría llevar a cabo en cualquier momento. En medio de estas circunstancias
Trotski lanzaba provocaciones criminales y escandalosas, hizo un llamado al
pueblo y más tarde al ejército contra "la nueva clase de parásitos".
En aquel entonces era muy popular dicha terminología entre los seguidores de
Hitler. ¿Cómo pudiesen no haber llegado los bolcheviques a la conclusión que
Trotski se había descarrilado de tal manera que actuaba como un agente de
Hitler?
En vista
de sus declaraciones anticomunistas, durante el período 1938-1940, Trotski y
los pequeños grupos de sus acólitos se habían convertido en provocadores,
conscientes e inconscientes, al servicio de los nazis.
Pero
ellos no pudieron ejercer la más mínima influencia en el desarrollo de los
combates. Gracias a un esfuerzo gigantesco en la organización y movilización de
la población, del Ejército Rojo y los grupos de guerrilleros, gracias a los
esfuerzos sobrehumanos en el campo de producción militar y la construcción de nuevas
fábricas, los bolcheviques fueron capaces de preparar al país eficazmente para
una confrontación ineluctable contra los criminales nazis.
Al final
de la guerra antifascista los pequeños grupos de trotskistas en todo el mundo
estaban completamente desacreditados y aislados.
Jruschov
dio la oportunidad a los trotskistas anticomunistas de levantarse con la
crítica al gigantesco trabajo del camarada Stalin, tomando las mismas palabras
de la reacción mundial. Por ello hoy la línea de Jruschov, que fue profundizada
y ampliada por Brezhnev y Gorbachov, dio paso a la restauración del capitalismo
salvaje.
En vista
de esto, decimos hoy que aquellos que no son capaces de reconocer el carácter
provocador, anticomunista y profascista de las mencionadas tesis de Trotski, no
son verdaderos comunistas.
Mandel
apoya a los nazis ucranianos
Observemos
ahora qué fuerzas políticas y sociales han sido apoyadas por los trotskistas
desde la segunda guerra mundial en nombre de su "revolución
política".
Cuando en 1941 los nazis invadieron una parte de la Unión Soviética, fundaron y apoyaron en Ucrania un movimiento nacionalista y pronazi, que asesinaba a miles de judíos, polacos y comunistas. En 1944, a su partida, los nazis dejaron grupos fascistas ucranianos adiestrados por oficiales alemanes nazis. ¡El grupo de Mandel aplaudió esta contrarrevolución nazi, como si esta fuese una parte de la "revolución política antiburocrática"! ¿Increíble? Juzgue usted mismo.
En 1988
escribía Mandel: "Durante la segunda guerra mundial la IV Internacional
subestimó el potencial revolucionario del movimiento nacionalista ucraniano. La
Internacional tan sólo percibió la existencia del movimiento nacional
revolucionario de liberación cinco años después de la guerra, cuando los
combatientes ucranianos libraban su última batalla". (33)
AquÍ se
dejaron ver los trotskistas claramente como provocadores al servicio directo de
los nazis. Los trotskistas utilizaron en esta oportunidad la mentira que, desde
1945, fue divulgada por el servicio norteamericano de información, según la
cual los nacionalistas ucranianos hubiesen luchado contra Hitler y contra
Stalin. ¿Cuál será la verdad?
En una
revista para ex combatientes del frente Este, relataba un oficial alemán del
Waffen-SS sus experiencias en Ucrania. Él reconoce que el pueblo ucraniano
"estaba muy defraudado con la política alemana durante la invasión".
Antes de retirarse, el ejército alemán había formado la división Galicia de la
Waffen-SS, que estaba compuesta por ucranianos y dirigida por militares
alemanes. Melnik, el comandante del Ejército ucraniano insurreccional tomó
"la responsable decisión de luchar en dos frentes: contra los soviéticos y
contra los alemanes" (contra los alemanes... que ya se estaban retirando).
El oficial nazi describe las luchas que él libró en julio de 1944 junto con
"sus ucranianos" contra el Ejército Rojo. "El hecho de que
soldados alemanes y ucranianos hayan combatido conjuntamente contra el enemigo
común le dio una nueva dimensión a la historia de las relaciones nazi-ucranianos."
(34)
¡Es
realmente una realidad maravillosa esta "revolución política
trotskista" con el Waffen-SS a la cabeza!
Con la
contrarrevolución en Berlín y Budapest
La gran
mayoría de la población alemana apoyó activamente el régimen de Hitler durante
toda la guerra.
Cinco
años después de la derrota la influencia de los nazis estaba presente, tanto en
Alemania de Oeste como del Este.
En el
Oeste siguen los viejos nazis y los colaboradores de los nazis a la cabeza de
las grandes empresas, magistratura y el ejército. La guerra fría desatada por
los Estados Unidos e Inglaterra, conservaba el anticomunismo entre aquellos que
en la RDA añoraban el sistema anterior.
Cuando en
1953 en Berlín del Este revienta una revuelta dirigida por viejos nazis y apoyada
por el grupo del General Gehlen (ex jefe del servicio secreto nazi y desertado
hacia la CIA), Mandel aplaudió esta "lucha antiburocrática": "La
casta burócrata no retrocede ante las peores crueldades, esta lección histórica
fue escrita con sangre en los muros de Berlín en 1953". (35)
En
Hungría había dominado sin tregua el régimen fascista de Horthy desde 1919
hasta 1944. En 1956 revienta la contrarrevolución húngara, lanzada por los
fascistas con el apoyo de la CIA; Mandel aplaudió:
"La
revolución húngara de octubre-noviembre de 1956 es la que ha llegado más lejos
en el camino a la revolución política antiburocrática". (36)
Queremos
agregar aquí que aquellos que en 1989 en Budapest pidieron el comercio libre y
la alianza a la OTAN declaraban con ello la realización del programa de
levantamiento anticomunista de 1956. Con ello honraron la memoria de su
"héroe nacional", Imre Nagy, quien el 31 de octubre de 1956 se
retiraba del Pacto de Varsovia y declaró con ello la "neutralidad" de
Hungría... ésta fue precisamente la frase más repetida que se formuló en Radio
Europa Libre. (37) La prensa trotskista aprobó las grandes manifestaciones
anticomunistas del verano de 1989 en Hungría. Así escribe Mandel: "Esta
semana protestaron un millón de personas en Budapest, rindiéndole homenaje a la
memoria del camarada Imre Nagy, dirigente comunista del gobierno de esta
revolución, fusilado por los estalinistas". (38) (Entre paréntesis, la
prensa fascista también hizo honores a Nagy, este partidario nacionalista ejecutado
por los estalinistas...). El mismo periódico trotskista declararía más lejos:
"Imre Nagy tuvo que pagar con su vida por su acción valerosa al lado de
los consejos de obreros en el gran Budapest. Estos consejos exigieron la
democracia dentro del socialismo". (39)
En el
libro "La URSS y la Contrarrevolución de Terciopelo" hemos dedicado
un capítulo al análisis de la contrarrevolución de 1956 en Hungría.
Con
Solidarnosc, el "poder obrero"
¡Solidarnosc
fue presentada por los trotskistas como una organización comprometida en la
lucha contra la burocracia estalinista y por el socialismo proletario! La IV
Internacional escribe en 1980: "Solidarnosc trabaja, por lo menos a nivel
local y regional, objetivamente visto, cada vez más como un órgano de doble
poder; la revolución política antiburocrática apenas ha comenzado ya en
Polonia. La experiencia polaca muestra el contenido de la revolución proletaria
de las exigencias democráticas y nacionales en los estados obreros
burocratizados". (40)
Los
trotskistas se quejan de que aún en 1981, Solidarnosc no quiere tomarse el
poder, aunque ellos representan el poder alternativo, el de los trabajadores.
"La gente está desarmada por la incapacidad de Solidarnosc de tomarse el
poder: sería trágico en este momento si el odio del totalitarismo llegase a
desarmar a los obreros que están confrontándose con una dictadura totalitaria.
Lo que existe ahora contra el Estado es la fuerza de los obreros polacos".
(41) Y cuando Solidarnosc se extiende en 1989 con la ayuda de Reagan, Bush y la
señora Thatcher y de todos los servicios de inteligencia del Oeste y está listo
para tomarse el poder, Mandel aún no ha cambiado de opinión en lo que
corresponde a la naturaleza auténtica de Solidarnosc y declara: "El
gobierno de Solidarnosc es un triunfo para la clase obrera". (42)
Con la
CIA, en Checoslovaquia
¡En 1990
en Checoslovaquia toma el poder Vaclav Havel, generalmente conocido como
colaborador de Radio Europa Libre y de la CIA, nombrando al conocido trotskista
Peter Uhl como director de la agencia de prensa checoslovaca, vocero oficial
del nuevo Estado burgués pronorteamericano! Uhl escribe: "Se puede
discutir hasta qué punto ha sido justificada la teoría de Trotski sobre la
revolución política. Yo pienso que es en Checoslovaquia donde la realidad más
se acerca a esta teoría". (43)
El 12 de
noviembre reflexiona Mandel lo mismo, y lleva esta idea hasta lo absurdo: él
compara la contrarrevolución checoslovaca... ¡con la gran Revolución de
Octubre! En su resumen escriben los trotskistas: "Nuestro camarada Ernesto
Mandel ha confirmado más claro que nunca que no hay ninguna duda: lo que
vivimos ahora en Checoslovaquia y la RDA es la verdadera revolución con una
magnitud y una profundidad sin precedentes desde la revolución rusa de 1917".
(44)
Peter Uhl
dio una descripción extraordinaria de la "revolución política" en
Checoslovaquia, como una revolución anticomunista realizada por el frente de
todas las fuerzas reaccionarias: "Habría algunos que veían en Carta 77 un
paso hacia la revolución política, también yo; otros veían en ella un medio
para predicar la palabra de Cristo; era un verdadero laboratorio de
tolerancia". "Mientras que se trata de decir que se está en contra
del 'comunismo', contra el estalinismo, contra la burocracia, todo el mundo
está de acuerdo". (45) Linda descripción del frente de los fascistas
clericales, los nacionalistas reaccionarios, los socialdemócratas, los agentes
de la Radio Europa Libre y los trotskistas en servicio.
Agregamos
lo que los trotskistas nos enseñaban en 1989: "Que la historia de
Checoslovaquia ha tomado una revancha fantástica. El honor de Dubcek se
restablece". (46) Aunque verdaderos comunistas pudiesen divergir de
opinión sobre la pregunta si la intervención soviética de 1968 fue justa o no,
no habrá dudas en lo que respecta al análisis unánime de "la primavera de
Praga" como una contrarrevolución de tipo socialdemócrata.
En
"La URSS y la Contrarrevolución de Terciopelo", le dedicamos un
capítulo completo a Checoslovaquia entre 1968 y 1989, donde se aclara la
relación entre las ideas socialdemócratas de Dubcek en 1968 y las de la
revolución de terciopelo de Havel y de Uhl. También se comentan los puntos de
vista de Castro, que apoyó la intervención, y de China, que la condenó.
¡La
revolución proletaria en la RDA!
Desde
septiembre de 1989, la burguesía revanchista de la República Federal Alemana
apoyó con grandes medios económicos, con su radio y televisión la agitación
anticomunista en la RDA. El grupo de Mandel aseguraba que "una verdadera
revolución política empieza". (47)
Dos
semanas después, ¡Mandel da la bienvenida a la revolución proletaria en la RDA!
"El éxito del movimiento de masas que ha sacudido a la RDA tiene la
magnitud de una verdadera revolución. Este movimiento sobrepasa todo lo que se
ha visto en Europa desde 1968, quizás desde la revolución española.
El
carácter proletario con el cual se ha iniciado la revolución en la RDA se
demuestra por la inmensa perturbación en las fábricas". (48) Un mes
después, en diciembre de 1989 la emoción de Mandel llegaba a su punto máximo:
"Estoy realmente emocionado con todo lo que sucede en Berlín. Todo lo que
Rosa Luxemburgo, Trotski y Lenin algún día esperaron, se realiza ahora. La
primera revolución, desde la revolución de los Países Bajos en el siglo XVI,
que no es amenazada por una intervención militar internacional. Nos encontramos
ante la primera generación alemana, desde hace doscientos años, completamente
antimilitarista y antinacionalista. Lo que estimula mi entusiasmo es la
magnitud y la fuerza de este movimiento popular. De los quinientos mil
habitantes de Leipzig, salieron a la calle durante ocho lunes consecutivos
entre 200 y 300 mil personas. En Alemania del Este la corriente antisocialista
es escasa.
Nadie
puede decir dónde sucederá la próxima revolución en Rusia, Francia, Sudáfrica o
España, pero lo que es seguro es que las revoluciones en Alemania del Este y
Checoslovaquia tendrán sus frutos". (49)
Para
ilustrar el carácter socialista de estos movimientos, cita la IV Internacional
una declaración de... un grupo socialdemócrata. Sin embargo es justamente la
socialdemocracia uno de los fuertes del imperialismo alemán como potencia
expansionista. La estrategia y la táctica que Willy Brandt utilizó para
infiltrar e influenciar el Partido Socialista Unificado de Alemania, para
dividirlo y así destruirlo, tuvo un papel muy importante en su degeneración
oportunista.
Los trotskistas citaban el siguiente texto: "La democratización necesaria en la RDA supone una oposición al poder, y a la pretensión de ser vocero de la verdad del partido dominante. Para nosotros, la formación de un partido socialdemócrata es muy importante. Nuestras orientaciones programáticas: formación de un Estado de derecho, democracia parlamentaria y pluripartidismo; economía social de mercado con una prohibición a la formación de monopolios; y la libertad de instaurar sindicatos independientes". (50)
De esta
manera los trotskistas presentan un programa que alaba abiertamente el régimen
burgués, como ilustración del carácter "proletario" de la
"revolución política", que se está llevando a cabo...
La
glasnost y el sistema multipartidario contra los "estalinistas"
Mandel
estableció tres criterios para distinguir a los seguidores del
"estalinismo", y de las fuerzas que estaban a favor del camino hacia
el "socialismo democrático y autogestionario": la posición con
respecto a la glasnost de Gorbachov, al rol del partido comunista, y a la
represión en la plaza Tien An Men (51).
"¡Que
viva la glasnost!"
"Definimos
la glasnost como un proceso de cambios políticos que amplían el ejercicio de
las libertades democráticas", escribió Mandel. (52)
En el
libro "La URSS y la Contrarrevolución de Terciopelo", hemos ofrecido
un capítulo completo a demostrar que los cinco años de la glasnost prepararon
sistemáticamente los espíritus para toda la restauración del capitalismo
integral; que la glasnost ha resucitado los ideales de la gran burguesía rusa
de 1917; que la glasnost le dio la voz a todos los anticomunistas, agentes de
la CIA como William Colby, su director anterior, o al pastor Moon, a los
seguidores del zarismo y a la iglesia ortodoxa zarista, a antiguos
colaboradores nazis y a los hombres de Vlassov y de Bandera.
Mandel
hablaba de "libertades democráticas" en general, sin carácter de
clase, en el momento en que Gorbachov daba libertad a todos los
contrarrevolucionarios que querían enterrar las últimas estructuras e
influencias socialistas. El principio base del leninismo es que el socialismo
es una dictadura de clase, que une a los trabajadores contra las fuerzas de la
burguesía, contra los explotadores. Lenin dice: "Reconocemos que toda
libertad, si no está subordinada a liberar el trabajo de la opresión
capitalista, es un engaño." (53)
"¡Abajo
el partido único!"
La
glasnost cedió la palabra a todas las corrientes anticomunistas, e hizo posible
que todas las fuerzas capitalistas y proimperialistas se organizasen y lucharan
abiertamente por la restauración. Mandel aclamó en 1989 la instauración de
partidos anticomunistas y contrarrevolucionarios en la URSS: "El comienzo
de elecciones auténticas, como hoy se manifiesta en la URSS, es un gran paso
adelante. Pero se necesitan elecciones realmente libres, con libertad para
constituir tendencias, fracciones y partidos diversos, sin restricciones
ideológicas". (54)
Entre
1989-1990, Mandel logra encontrar su mayor sueño, que es la legalización
"de partidos diversos sin restricciones ideológicas", como también la
posibilidad de que la burguesía soviética se manifieste por medio de partidos
socialdemócratas, liberales, demócrata-cristianos, nacionalistas-zaristas, etc.
Este pluralismo burgués marcó el fin del socialismo y trajo la restauración
completa del capitalismo. Hoy, la práctica de la lucha de clases ha demostrado
el carácter y la naturaleza de esta exigencia fundamental de los trotskistas.
Con esto, una vez más se comprueba la verdad que tantas veces fue repetida por
el Partido bolchevique y el camarada Stalin: el trotskismo es la
socialdemocracia de derecha, empacada en palabrería de "izquierda".
En el
capitulo "Partido único o pluripartidismo", dice Mandel: "Si se
supone que tan sólo se pueden legalizar aquellos partidos y organizaciones que
no tengan programas burgueses (¿y pequeño-burgueses?), ¿dónde se va a trazar la
línea de demarcación? ¿Se prohibirán partidos que tienen miembros
mayoritariamente obreros, pero que defienden una ideología burguesa? ¿Dónde se
pondrá la línea demarcatoria entre un 'programa burgués' y la 'ideología
reformista'? Entonces, ¿hay que prohibir los partidos reformistas? ¿Hay que
suprimir la socialdemocracia? (...) Ninguna democracia obrera auténtica es
posible sin la libertad de instaurar un sistema multipartidario" (55)
Sí, Lenin
prohibió los partidos socialdemócratas, es decir los menchevistas y los social-revolucionarios,
porque ellos lucharon durante la guerra civil al lado del zarismo, de la
burguesía y de los ejércitos intervencionistas; y porque ellos fueron
derrotados junto con las fuerzas feudales y de la burguesía. Y Lenin recalcó
tantas veces que un representante inteligente de la gran burguesía, Miliukov,
comprendía perfectamente que durante el primer período tan sólo un partido
socialdemócrata de "izquierda" tendría posibilidades de movilizar las
masas en la lucha antibolchevique.
"¡No
reprimir la contrarrevolución!"
El
trotskismo nunca perderá de vista su enemigo, el marxismo-leninismo y el
movimiento comunista internacional.
Por eso
Mandel concentra todos sus esfuerzos contra aquellos que denuncian los procesos
contrarrevolucionarios. Durante 1989, dos tendencias políticas intentaron
enfrentar la contrarrevolución en marcha. En primer lugar, fuerzas en Europa
del Este que durante muchos años mostraron inclinaciones oportunistas del tipo
de Jruschov, y que con respecto a la Unión Soviética mostraban un ciego
seguimiento, pero que empezaron a darse cuenta de las verdaderas intenciones de
Gorbachov; y en segundo lugar, el Partido Comunista Chino, que reprimió la
revuelta antisocialista en Pekín.
Para
acelerar el proceso de restauración en la Unión Soviética, Gorbachov dio luz
verde a las fuerzas anticomunistas en Europa del Este, intentando impedir que
los auténticos comunistas construyeran un frente antirrestauración. Al mismo
tiempo, la restauración en Europa del Este tenía que alentar y ayudar a los
"reformadores" de la URSS.
Cuando la
restauración prácticamente se había culminado en Polonia y Hungría, decía
Mandel: "Europa del Este es sacudida en este momento por una crisis sin
precedentes desde el fin de la Segunda Guerra Mundial. En contra de lo que un
análisis superficial pudiese hacer parecer, la burguesía europea no ve con
buenos ojos esta desestabilización. Ella no guarda ninguna esperanza de
recuperar a los países del Este para el capitalismo." (56)
Un año
después, esa afirmación dejo a Mandel como el payaso de la contrarrevolución.
Pero sirvió para justificar la ayuda a las fuerzas antisocialistas en su asalto
contra la "burocracia". Mandel minó toda vigilancia contra la nueva
burguesía y el imperialismo.
¡Al mismo
tiempo, Mandel instauró una vigilancia inigualable contra las débiles fuerzas
comunistas, que resistían a la ofensiva burguesía! "Se está tratando de
organizar una especie de 'frente internacional' anti-Gorbachov, que incluye a
aquellos que son llamados 'conservadores' en Rumania, Checoslovaquia, Alemania
del Este, minorías neoestalinistas en Polonia y Hungría." (57)
En abril
de 1989, Mandel da bienvenida al evidente progreso de la restauración burguesa
en Polonia y Hungría, la que llama "experiencia pluralista". Havel es
su héroe y los opositores a la restauración son enemigos irreductibles.
"Al momento que en Polonia y Hungría se dan los primeros pasos en una
experiencia limitada de pluralismo, la dirección de Praga reafirma el principio
de 'rol dirigente del Partido' (...) La prensa en Alemania del Este continua
apoyando la represión en Checoslovaquia, y estimula la formación del eje
Praga-Berlín-Bucarest contra la perestroika. A Havel, el Neues Deutschland, lo
señala de provocador". "Envíen mensajes de solidaridad a Vaclav Havel
en la cárcel". (58) Para los trotskistas cada represión a las fuerzas
antisocialistas, cada encarcelamiento de agentes subversivos que trabajan para
la CIA, como Havel, es un crimen monstruoso.
En mayo
de 1989, los estudiantes anticomunistas de Pekín habían aclamado a Gorbachov
gritando: "¡Que viva la glasnost y la perestroika!" y "¡Que viva
Solidarnosc!". Cuando el 4 de junio de 1989 las revueltas
contrarrevolucionarias fueron reprimidas, se puso Mandel al lado de la extrema
derecha internacional, para ese momento dirigida por el Kuomintang, el partido
fascista al poder en Taiwán. En una primera reacción por los acontecimientos de
Pekín, Mandel escribió: "La casta burocrática... no retrocede ante los
crímenes más repugnantes. Esta lección de la historia ya fue escrita con sangre
en los muros de Berlín en 1953, en Praga en 1968, en Gdansk en 1970 y en
Varsovia en 1981. La magnitud de las crueldades en Pekín tan sólo se puede
comparar con la manera como se aplastó la revolución húngara en 1956. (...) Los
verdugos de Pekín aún no han ganado la batalla y el pueblo chino hoy se
levanta. La insurrección se expande por el país. El ejército se desmorona y una
verdadera guerra civil amenaza". (59) Como los fascistas de Taiwán, los
trotskistas esperaban que se desatara en China una "verdadera guerra
civil" contra "la clase burocrática". Después Mandel ha hecho un
análisis "teórico" en el cual asegura lo siguiente: "La comuna
(!) de Pekín en abril-mayo de 1989, fue el comienzo de una revolución política
real que trataba de reemplazar el poder corrupto e ineficaz de una casta de
burócratas, por el poder auténtico de las masas populares (...).
Las masas
que se levantaron en Pekín no tenían ningún interés en restaurar el
capitalismo. Tampoco era su objetivo". (60)
Aunque no
eran los únicos, felizmente, que debían salvar el honor, rápidamente
declararon: "Tan sólo el ala izquierda del Partido Comunista de la URSS ha
salvado el honor del comunismo". "Hoy estamos orgullosos de ir mano a
mano con otros comunistas en nuestra protesta contra la represión sangrienta en
China. La primera reacción fue la de Boris Yeltsin. 'Lo que sucede en China es
un crimen' declaró el recién elegido miembro del Soviet Supremo". (61) Por
supuesto, Mandel estaba orgulloso de la compañía de Yeltsin.
En el
ensayo "Tien An Men 1989: de la deriva revisionista al levantamiento
contrarrevolucionario", hemos demostrado el verdadero carácter del
movimiento de Pekín.
Fang
Li-Zhi, indiscutiblemente el padre espiritual de la "protesta"
estudiantil de Pekín, declaró el 17 de enero de 1989: "El socialismo, tipo
Lenin-Stalin-Mao esta completamente desacreditado. ¿Es compatible la forma
típica china de régimen dictatorial con el mercado libre? La dictadura
socialista esta entrelazada con el sistema de propiedad colectiva y su
ideología es contraria al derecho de propiedad exigido por el mercado
libre". Tres de los principales líderes de Pekín, Yan Jiaqi, Wuer Kiaxi y
Wang Runnan, se refugiaron en Francia y allí instauraron la Federación para la
Democracia. Ellos fijaron los objetivos en su programa:
"Desarrollar
una economía de iniciativa privada y poner fin a la dictadura del partido
único". En nombre del sistema multipartidario, ellos se anexaron al
partido fascista del Kuomintang. Wuer Kiaxi, alabado en la prensa trotskista,
se reunió el 29 de enero de 1990 con el jefe del servicio de espionaje taiwanés
en la República Popular de China. A él, John Chang, le declaró: "La
comunicación entre los chinos anticomunistas es el primer paso hacia la unidad".
Yan Jiagi y Wang Runnan también visitaron Taiwán. Yan declaró que "el
hecho de que Taiwán tenga un gobierno democrático nos da la bienvenida. Esto me
parece la base más importante para la unificación de Taiwán y la China
continental". Yueh Wu, el líder del llamado Sindicato Obrero
Independiente", tan querido por los trotskistas, llego a Taiwán el 16 de
junio de 1990... invitado por la Liga Mundial Anticomunista. (62)
Así, en
su intento de diferenciar a los estalinistas, que defienden los principios
marxistas-leninistas, de los seguidores del "socialismo
multipartidario", Mandel lanzo un tercer criterio: "Otro indicador es
la posición con respecto a la represión sangrienta de la Comuna de Pekín. Casi
todos los partidos que son seguidores de la glasnost, los encontramos de nuevo
entre aquellos que condenaron las crueldades en la plaza Tien An Men".
(63)
Los
"estalinistas" desde Pyongyang hasta La Habana
En
octubre de 1989, Mandel clasifica como fuerzas "estalinistas" a los
partidos comunistas de China, Alemania del Este, Vietnam, Rumania,
Checoslovaquia, Bulgaria, Japón, la India (el PCI-marxista), Corea del Norte,
Albania, Portugal y a los grupos que él cataloga de proalbaneses y maoístas. Y
también al Partido Comunista Cubano.
Cuando
Mandel declara que "el Partido Comunista Cubano ocupa una posición
especial", hace referencia a su táctica particular, con respecto a Cuba,
para ayudar a la destrucción del Partido Comunista. Esto se aclara en base a la
siguiente tesis que propone: "Los ataques de Fidel Castro y de la
dirección cubana contra la glasnost, esto quiere decir, contra el proceso de
democratización parcial que se adelanta en la URSS, son contrarios a los
intereses del proletariado soviético, del proletariado mundial y a los de la
revolución cubana. Ellos se arriesgan a provocar una verdadera crisis de
legitimidad de la dirección cubana, ante una parte de las masas, sobre todo en
los jóvenes". "Las limitaciones de libertad de pensamiento se hacen
cada vez más abundantes en Cuba". El Partido Comunista "sustituye"
a las masas. "Este doloroso retroceso ideológico, a largo plazo es un
suicidio".
Castro no
puede combatir eficientemente "la degeneración burocrática del Estado
cubano" porque él "rechaza la glasnost, la democratización
pluralista, el control institucional por las masas". "No le queda
nada más que la lucha burocrática contra la burocracia. Él va en camino a una
derrota como lo hemos visto en la URSS y la República Popular China". (64)
Esto muestra que el odio de los trotskistas por "el régimen burocrático
unipartidario" se extiende hasta el "Partido único cubano". Si
su táctica de acercamiento difiere, es porque están convencidos de que pueden
destruir más eficientemente al movimiento comunista en América Latina, por
medio de la infiltración al Partido Comunista Cubano y a los partidos allegados
a Cuba.
Esto ha
sido claramente demostrado en el trabajo destructivo que estos nticomunistas
ejecutaron durante diez años al interior del Frente Sandinista.
Ahora
ellos esperan poder acercarse al ala "progresista, antiburocrática y
reformista" del Partido Comunista Cubano. Ellos esperan que los continuos
encuentros de los cubanos con los soviéticos, sean suficientes para haber
formado partidarios de la glasnost y del pluripartidismo.
Entre
tanto, hemos tenido la oportunidad de verificar, en la antigua URSS y en la
Europa del Este, las consecuencias que han dejado los consejos de Mandel:
triunfo de la contrarrevolución; una restauración total del capitalismo;
resurgimiento del fascismo y del nacionalismo reaccionario; un capitalismo de
los más salvajes, donde los super-ricos han llevado a millones de personas a la
miseria, a la guerra civil.
No existe
ninguna duda de que el Partido Comunista Cubano tomará las medidas necesarias
para impedir la infiltración de estos contrarrevolucionarios y anticomunistas
profesionales.
NOTAS
(1) Trotsky, L'appareil policier du stalinisme, Ed. Union générale
d'Éditions, 1976, Collection 10-18, p.26
(2)
Mandel, Inprecor, nº 295, 16-29 octobre 1989, p.20.
(3)
Mandel, Où va l'URSS de Gorbatchev?, Ed. La Brèche, Montreuil, 1989, p.20 et
23.
(4) Rood, nº 14, 15 aout 1989
(5) Rood, 24 octobre 1989, p.6-7
(6) Rood, nº 24, 26 dècembre 1989, p.1.
(7) Mandel, Inprecor, nº 295, 16-29 octobre 1989, p.20.
(8) Inprecor, 11-24 septembre 1992, p. 19.
(9) Temps Nouveaux, nº 38-1990, p.41-42.
(10) Catherine Samary dans Argumenti e fakti, 2 dècembre 1989, Inprecor,
nº 302, 9-23 fèvrier 1990, p.27.
(11)
Mandel, Où va l'URSS de Gorbatchev?, Ed. La Brèche, Montreuil, 1989, p. 303.
(12)
Ibidem, p.305-306
(13) Inprecor, nº 285, 3 avril 1989, p.4.
(14) Sakharov, Mon pays et le monde, Ed. Seuil, 1975, p.75.
(15) Gazet van Antwerpen, 18 septembre 1989, p.6.
(16) Inprecor, nº 304, 9-22 mars 1990, p.36.
(17) Mandel, Financieel Ekonomische Tijd, 23 mars 1990: Ernest Mandel,
Gorbatchev is te vergelijken met Roosevelt en De Gaulle.
(18) Inprecor, hors série, 29 aout 1991, p. 1-3.
(19) Harry Mol, Rood, nº 2, 22 janvier 1992, p.20.
(20)
Mandel, Où va l'URSS de Gorbatchev?, Ed. La Brèche, Montreuil, 1989 p.23.
(21)
Rood, 9 janvier 1990, p. 10.
(22)
Ibidem, p. 12.
(23)
Mandel, Où va l'URSS de Gorbatchev?, Ed. La Brèche, Montreuil, 1989
p.340.
(24) Trotsky, L'appareil policier du stalinisme, Union gèn. D’Editions,
Paris, 1976, Collection 10-18, p.193, 256, 257, 247.
(25) Trotsky, La Lutte antibureaucratique en URSS, Union gèn.
D’Editions, 1975, p.300, 301, 169, 213.
(26)
Turpin Pierre, Le trotskisme aujourd'hui, Ed. L'Harmattan, Paris, 1988,
p.61-62.
(27) Bernard Henri, 1982, p.9.
(28) Ibidem, p.48-49.
(29) Trotsky, L'appareil policier du stalinisme, Union gèn. D’Editions,
Paris, 1976, Collection 10-18, p.169
(30) Ibidem, p.188.
(31)
Ibidem, p.206.
(32)
Ibidem, p.302-303.
(33)
Turpin Pierre Le trotskisme aujourd'hui, Ed. L'Harmattan, Paris, 1988, p.23.
(34)
Berkenkruis, juin 1992, nº 6, p.4-5, reprenant un article de Der Freiwillige,
octobre 1956.
(35)
Rood, 6 juni 1989, p.2.
(36)
Inprecor, XIe Congrès mondial de la IVe Internationale, novembre 1979, p.250.
(37)
Martens Ludo, L'URSS et la contre-révolution de velours, Ed. EPO, Bruxelles,
1990, p.107.
(38)
Rood, 20 juin 1989, p. 6.
(39)
Rood, nº 12, 20 juin 1989, p.12.
(40) Inprecor, nº 105, 6 juillet 1981, p.14.
(41) Sean Connolly, Inprecor, nº 108, 14 sept. 1981, p.24.
(42) Mandel, Inprecor, nº 283, 6 mars 1989, p.4.
(43) Petr Uhl, Inprecor, nº 304, 9-22 mars 1990, p.26.
(44) Rood, 26 décembre 1989, p.5.
(45) Inprecor, nº 296, 30 octobre - 12 novembre 1989, p.4.
(46) Rood, 26 décembre 1989, p. 8.
(47)
Inprecor, nº 296, 30 octobre - 12 novembre 1989, p.4.
(48)
Mandel, Inprecor, n* 297, 13-26 novembre 1989, p.3.
(49)
Humo, 21 décembre 1989, p.18-20.
(50)
Groupe d'Initiative pour un Parti Social-démocrate en RDA, 12 septembre 1989,
dans Inprecor, nº 297, 13-26 novembre 1989, p.10.
(51)
Inprecor, nº 295, 16-29 octobre 1989, p.15-16.
(52)
Mandel, Inprecor, nº 295, 16-29 octobre 1989, p. 15.
(53)
Lènine, Le Ier Congrès de l'enseignement extrascolaire, 19 mai 1919, t.29,
p.356-362.
(54)
Mandel, Inprecor, nº 283, 6 mars 1989, p.4.
(55)
Inprecor, numéro spécial, IXe Congrès mondial, 1979, p.236-237.
(56)
Mandel, Inprecor, nº 283, 6 mars 1989, p.4.
(57)
Inprecor, nº 283, 6 mars 1989, p 3.
(58) Inprecor, nº 287, 1er Mai 1989, p.8-9.
(59) Rood, 6 juin 1989, p.2.
(60) Rood, 20 juin 1989, p. 6-7.
(61) Rood, 20 juin 1989, p.6 et 12.
(62) Tien An Men 1989: de la dérive révisionniste à l'èmeute
contre-révolutionnaire, dans Etudes marxistes, nº 12, septembre. 1991, Bruxelles, p. 62-63.
(63)
Inprecor, nº 295, 16-29 octobre 1989, p.15-16.
(64)
Inprecor, nº 295, 16-29 octobre 1989, p.18-19.
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