martes, 22 de marzo de 2016

LA LAMPA ENSANGRENTADA DE BELAUNDE


Belaunde volvió al poder el 80. Veamos los rasgos más saltantes de su gobierno.
Estrategia contrasubversiva.
Las acciones contra los rebeldes maoístas estaban principalmente a cargo de los “sinchis”, cuerpo especial de policías antisubversivos organizado en la base de Mazamari, cerca de Satipo. Ellos habían aniquilado las guerrillas de los 60’s. Pero la zona de emergencia en Ayacucho estaba al mando de un general del ejercito. Se suponía que las FFAA solo prestaba apoyo a las fuerzas policiales, en realidad ya existía intervención militar directa en las operaciones. Por ejemplo, en diciembre del 82, el general Noel ordeno liquidar a prisioneros y sospechosos de actividades subversivas (confirmado en la entrevista a un policía en la TV por el periodista Hildebrant en 1991).
Noel ordeno asesinar a subversivos hospitalizados en Ayacucho. El mismo General Noel mataba y hasta hizo construir un horno para quemar vivos a seres humanos. Belaunde declaro que aniquilaría al PCP en menos de tres meses. El término “terrorista” todavía no existía para demonizar revolucionarios, Belaunde los llama abigeos. Pero al darse cuenta que se trataba de una poderosa guerrilla maoísta, ordeno a las FFAA estudiar la guerra revolucionaria. Las FFAA actuaban en operaciones limitadas y selectas con las fuerzas policiales. Así las FFAA entraron con ventaja y de inmediato pusieron en marcha el plan de acción diseñada por el Pentágono yanqui: utilizar masas contra masas, contraponer nativos contra nativos. Primero puso en acción a licenciados y campesinos ligados al gamonalismo que tenían infiltrados en el campo desde los 70’s, sobre esta base montaron una red de agentes, infiltrados, espías y soplones. Pero eso no era suficiente, con la ayuda de las autoridades y militares disfrazados de campesinos formaron las “mesnadas” paramilitares que desataron el terror blanco en el campo siguiendo 3 reglas: robar todo, quemar todo y matar a todos. Así agruparon a la gente de las zonas aledañas para formar nucleamientos bajo directo mando militar organizadas en “rondas” y “comités defensa” que les sirva no solo para desatar el terror blanco sino como carne de canon o parapetos contra las guerrillas, así sufrieron 2,600 bajas.
Los periodistas.
Al principio periodistas nacionales y del extranjero visitaban Ayacucho identificándose confiadamente en los controles de carretera, hasta daban su iterinario a la oficina de “relaciones publicas” del comando político-militar. Pero para implementar una guerra sucia que termine de despoblar una región con terrorismo estatal (secar el agua para matar al pez) necesitaron eliminar periodistas (dar ejemplos de escarmiento para no tener testigos). En Uchuracay, las fuerzas armadas desaparecieron al pueblo, sus habitantes fueron asesinados o se escaparon. Los 8 periodistas aniquilados por las fuerzas del orden (disfrazados de campesinos) querían averiguar los detalles de la operación militar, hasta querían sacar fotografías. Los militares los aniquilaron (la Comisión Vargas Llosa le echo la culpa a los propios campesinos). En Lima, un emisario del Ministro del Interior Fernando Rincón, explica que los periodistas habían llegado a Uchuraccay dando vivas al Partido Comunista y agitando la bandera roja. Noel repitió la misma historia en una conferencia que dio en el cuartel los Cabitos (Revista Ayllu, 13/11/91). Un periodista sabio toda la verdad, el que se había quedado dormido y no acompaño a los 8 periodistas era nada menos que Luis Ortega, corresponsal del Diario, había logrado fotografiar a los victimarios. El General Noel se entero y lo mando asesinar en la puerta de su casa en Ayacucho. Mas tarde, el 91, Fujimori mando asesinar al testigo del crimen del periodista Luis Morales. Hasta ahora ese crimen esta impune. A los 8 periodistas se le enterraron en fila india dos en cada tumba, un método aprendido de los manuales de guerra de baja intensidad de los EEUU.
Desaparecidos.
Del 80 al 85 hubieron 1,473 desaparecidos. Amnistía International reporto que el Perú tenía más desaparecidos en el mundo.
El PCP le declaro la guerra al Estado. La rebelión estuvo justificada. El mundo entero sabe que las fuerzas armadas usaron el terrorismo de Estado y el genocidio contra el pueblo para combatir a las guerrillas, por lo tanto, las FFAA son culpables de la gran mayoría de las muertes. El pueblo sabe que los genocidios lo cometieron las FFAA y policiales (cerca de 30,000), pero la CVR con seudo estadística infla la cifra de victimas fantasmas para achacárselos al PCP.
Violencia.
La violencia es patrimonio de las clases dominantes en cualquier país del mundo, Perú no es la excepción. El imperio lo ha usado a través de toda su historia para invadir y subyugar pueblos, en el Perú desde Pizarro a Toledo su uso es generalizado como parte de la opresión y control de una clase sobre otra. Lo raro e inaceptable es la violencia de los oprimidos contra sus opresores, a esa violencia revolucionaria organizada y selectiva del PCP se les combate como “terrorismo”. Reagan empezó a tildar de terrorista a todo movimiento revolucionario. Lo grave es que el PCP ha tomado las armas para derrumbar el viejo orden, a esa amenaza se le combate con todos los medios disponibles llegando al genocidio. Mariategui decía que solamente destruyendo el viejo orden se podía generar un nuevo orden social. El PCP uso la violencia revolucionaria como Partido, con un plan, con un Ejercito, con un frente. La imputación de terrorista al PCP es una infamia.
Los genocidios de Belaunde.
El gobierno de Belaunde autoriza los genocidios militares en Huambo, Iquicha, Huaychao y Uchuraccay. El 83 ordena el aniquilamiento del campesinado y la destrucción de comunidades y pequeños poblados; en Espite, provincia de Cangallo, en junio dispuse el ametrallamiento del pueblo del pueblo y a los que se escapaban a los cerros les arrojamos granadas; y en Paccha, pueblo de Vinchos, Huamanga, la mayoría de la población fueron pasados por las armas y el resto fueron enviados a Lima. En julio, en la ciudad de Ayacucho nuestros escuadrones de la muerte de la marina y el ejercito empezaron a arrojar cadáveres monstruosamente torturados en las calles; en los dos meses anteriores a las elecciones municipales de noviembre arrojaron más de 800 cuerpos rematados después de bestial tortura. En Sivia, provincia La Mar, en noviembre como represalia a una emboscada sufrida por el Ejército, ordenó el arresto de 60 personas de los cuales el ejército asesinó a 20. En Sillco, provincia de Huanta, el ejercito lanzo granadas y disparo contra las masas y en Soccos, provincia de Huamanga, el destacamento policial del lugar asesino a mas de 50 personas reunidos en una fiesta de matrimonio, luego de torturarlos oficialmente murieron 37. En Ayacucho formaron los primeros campos de concentración y los grandes centros de tortura masiva controladas por el Ejercito en el cuartel “Los Cabitos” de la ciudad de Ayacucho, allí mismo Noel ordeno construir un horno para quemar los cuerpos de los revolucionarios maoístas, otros campos de concentración fueron los de Totos en Cangallo hasta julio del 83 con 100 enterrados clandestinamente y Qoisa y Pichari (La Mar); y en Huanta a cargo de la Marina donde degollaron a mas de 20 personas, enterraron vivos a los mas torturados y los nuevos prisioneros fueron obligados a cavar las fosas de mas de 3 metros de profundidad y fueron empujados a las mismas, mientras otros eran arrojados atados de pies y manos; Allá la tortura era brutal y sádica, para aterrar al pueblo, la Marina clavaba en estacas cabezas degolladas. En la zona de San Francisco las FFAA asesinaron a 150 personas.
Belaunde, el primer mataninos.
Las FFAA y policiales, incluidas las rondas paramilitares controladas por el ejército, no distinguían a los niños de los adultos, ni a las mujeres y ancianos. El 3 de agosto del 84, 17 adolescentes y niños fueron torturados hasta que mueran en Cocahuichun, sus cadáveres fueron arrojados en la Via Libertadores; en el Departamento de Huancavelica, entre el 15 y 23 de octubre, operativo del Ejercito asesina a 75 campesinos en Milpo y 15 en Pillo-Pachamarca, muchos de los victimas fueron adolescentes. En Remillapata fusilan a dos ninos de 9 y 11 anos junto con su madre y padre que era Comisario de Seguridad del nuevo poder y en Moyopampa un comisario maoísta junto a sus 2 niños de 2 y 5 anos fueron aventados a una casa ardiendo. En Bacón incursionan 70 marinos y asesinan 18 campesinos, entre ellos 6 niños, cuyos cadáveres se llevan; un tercio de muertos fueron niños, es que el asesinato de niños fue una política persistente para amendentrar y doblegar a los padres y escarmentar a los revolucionarios; y para ganarnos a las almas aterrorizadas del pueblo y en despreciativo sarcasmo, las FFAA volvía con alimentos siendo justa e iracundamente rechazados.
Belaunde imputa sus crímenes a la guerrilla.
Esta era otra política usual de las fuerzas del Estado que comúnmente se disfrazaban con ropas campesinas para cometer atropellos, saqueos, violaciones, incendios, arrasamientos y espeluznantes crímenes incluyendo particularmente niños, e imputarlos a los guerrilleros y así buscar contraponerlos a las masas, una muestra de esto es el aniquilamiento de 50 campesinos por la Marina en el lugar denominado Azangaro a 20 kilómetros de Luricocha en agosto del 84. Otro es la emboscada de Pichari en el cual fuerzas maoístas destruyeron un contingente militar, en represalia la benemérita “guardia civil” paro un camión que traía pasajeros y los bajaron y aniquilaron a 20 pasajeros; fuerzas del Ejercito Guerrillero Popular los enterraron, pero se les imputo el asesinato. En Huamanguilla el ejercito asesino a 9 campesinos, pero a uno de ellos lo quemaron, este método es muy usual para amedrentar a los comunistas o guerrilleros en el terreno de los hechos y en la prensa nacional imputarles de esos crímenes a la guerrilla (el gobierno de Belaunde tuvo todos los medios de información a disposición). En Chuschi a un campesino le ataron dinamita al cuerpo y lo volaron mientras los soldados gritaban: “así mueren los terrucos”. En el operativo de Incaraqay, el 10 de enero del 83 una columna del ejercito entro al poblado y luego de saquear las casas y violar a las mujeres, quemaron 500 viviendas; y el exterminio llega hasta hacer desaparecer pueblos, así el 15 de julio del 83 el Ejercito con el apoyo de las Comités de Defensa aniquilo a toda la población de Quinuas y desapareció el pueblo totalmente, borrándolo del mapa. El 22 de agosto del 84, el operativo de la Marina en Sivia, en represalia por emboscada, apreso a 50 jóvenes indiscriminadamente y los fusilo, de esta manera emulando a los fascistas alemanes que incendiaron Europa en la Segunda Guerra Mundial, como regala asesinaron a 10 hijos del pueblo por cada miembro de la Marina que cayo en combate. Y el 10 de noviembre de 1984, la Marina con el apoyo de la Guardia Republicana remata a 40 campesinos en Quimbiri, luego de torturarlos salvajemente en Luisiana.
Las fosas comunes.
El 19 de agosto del 84, se encontró una fosa con 10 cadáveres en la Via de los Libertadores; el 22/8/84 una fosa de 30 muertos en la carretera Huanta-mayo, a 30 km de Huanta. El 23/8/84 se encontraron 7 fosas con 89 cadáveres en Pucuyacu, el mando político-militar de la zona era el general Adrián Huaman Centeno y el responsable directo era el capitán de corbeta Álvaro Artaza Adrianzen (alias el Camión), al primero Alan García intento volverlo a nombrar jefe en el mismo Ayacucho y el “socialista” Barrantes lo apelaba “el general campesino”, al segundo el gobierno de García Pérez lo ascendió y fue enviado a España para protegerlo. El mismo día 23/8/84 se encontró una fosa con 30 cadáveres en Ayahuarcana (Macachacra); el 25 otras fosas en quinua y Muyuri, el 28 una fosa con 12 degollados en Cocahuichaca, Via de los Liberadores, otras 5 en Víctor Fajardo, etc. que no merecieron atención alguna de las autoridades o los medios de prensa controlados por los grandes grupos de poder, por el afán de ocultar el genocidio era mas fácil de imputar de sus crímenes al PCP o declarar que el PCP es culpable porque la “rebelión no se justifica”. Así el gobierno acciopopulista que inicio el gran baño de sangre en el país termino totalmente empapado en ella. Una lección que dejo Belaunde es que cuanto más pregonan los gobiernos de turno del Estado “derechos humanos”, “democracia” y “paz”, mas hambre, mas miseria, represión, terror y muerte hasta el genocidio desencadenan furibundos contra el pueblo peruano.

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