La
estrategia con el "enemigo de paja".
VENEZUELA Y CUBA: REGÍMENES
"INTEGRADOS AL CAPITALISMO MUNDIAL"
Según
Petras Castro ya no exporta revolución, y Chávez solo exporta petróleo a EEUU.
Lunes 12
de marzo de 2007
(IAR Noticias). En un artículo publicado por el diario La Jornada de
México, el pensador de izquierda, James Petras, describe a la izquierda de
América Latina dividida en dos bloques principales: La "izquierda
radical" y la "izquierda pragmática".
Petras
describe un primer grupo al que llama "izquierda "radical", y al
que define fundamentalmente como "antimperialista, que rechaza cualquier
concesión a las políticas socioeconómicas neoliberales, se opone al pago de la
deuda externa y en general respalda un programa socialista o nacionalista
radical".
En este
grupo sitúa a las FARC, al Movimiento sin Tierra en Brasil, a las
organizaciones barriales en El Alto, y en general, a todos los grupos que reivindican
los métodos de lucha histórica de la izquierda.
En un
segundo grupo, al que llama "izquierda pragmática", Petras sitúa a
Chávez, Fidel Castro, Evo Morales, el PRD de López Obrador, en México, el
agrupamiento CTA en Argentina, y la "mayoría de los intelectuales de
izquierda" de América Latina", entre otros. El analista aclara que
clasifica como "izquierda pragmática" a este grupo "porque no
hace un llamado a la expropiación del capitalismo ni al rechazo de la deuda ni
a ruptura alguna de relaciones con Estados Unidos".
Sorprendentemente
este grupo de "izquierda pragmática", liderado por Cuba y Venezuela,
es definido por Petras como de "naturaleza capitalista", ya que, como
en el caso de Cuba,"profundiza su integración al mercado capitalista mundial
en la emergencia de una nueva clase de elites orientadas al mercado".
Si bien,
a la altura de estas definiciones (la "naturaleza capitalista" y de
mercado de los regimenes de Cuba y Venezuela) no se sabe bien porque Petras los
llama de "izquierda" (la naturaleza histórica de la izquierda fue
siempre anticapitalista), el analista los presenta como una reubicación
pragmática de la izquierda en los nuevos tiempos.
Precisando
la naturaleza capitalista del régimen de Chávez, Petras sostiene que "Los
bancos privados, nacionales y extranjeros, ganaron una tasa de más de 30 por
ciento entre 2005 y 2007. Menos de uno por ciento de las más enormes
propiedades de tierra fue expropiado para otorgarle títulos a los campesinos
desposeídos. Las relaciones del capital con la mano de obra siguen inclinando
la balanza en favor de las empresas y los contratistas".
"Venezuela
y el presidente Alvaro Uribe de Colombia han firmado varios acuerdos de
cooperación económica y de seguridad de alto nivel. Mientras promueve una mayor
integración latinoamericana, Chávez busca una "integración" con
Brasil y Argentina, cuya producción y distribución de crudo son controladas por
corporaciones multinacionales europeas e inversionistas estadunidenses."
Según
Petras, "Aunque Chávez reprocha el intento estadunidense de subvertir el
proceso democrático en Venezuela, el país provee 12 por ciento de las
importaciones totales de crudo a Estados Unidos, es dueño de 12 mil gasolineras
Citgo en Estados Unidos y de varias refinerías. El sistema político de
Venezuela es muy abierto a la influencia de los medios masivos privados,
apabullantemente hostiles al presidente electo y al Congreso. Hay
organizaciones no gubernamentales financiadas por Estados Unidos, una docena de
partidos y una confederación de sindicatos actuando en pro de los
planificadores estadunidenses".
Señalando
la corruptela política que impera en el régimen de Chávez, Petras afirma que
"Casi todos los funcionarios y miembros del Congreso que están en favor de
Chávez se montaron en su carroza política más por intereses personales que por
lealtad populista. El pragmatismo de Venezuela es un campo muy lucrativo para
los inversionistas estadunidenses, suministra energía de modo confiable y crea
alianzas con Colombia, principal cliente de Estados Unidos en América
Latina".
Pintando
el "doble discurso" y la falsa guerra mediática con EEUU del
presidente venezolano, Petras afirma que "La retórica y el discurso
radical de Chávez no corresponden con las realidades políticas. Si no fuera por
la intransigente hostilidad de Washington y sus tácticas de continua
confrontación y desestabilización, Chávez parecería moderado. Es obvio que
sectores de las grandes empresas se quejen del incremento en pagos por
regalías, dividendos de ganancias e impuestos".
Washington
pinta a Chávez cual si fuera un "peligroso radical" porque compara su
política con la de los previos regímenes clientelares de Venezuela en los años
90. Pero si tomamos los pronunciamientos de política exterior de Chávez con una
pizca de sal, asumimos el cambio en el ambiente internacional acaecido entre
2000 y 2007 y sus limitadas reformas en asistencia social, impuestos y otras,
de hecho Estados Unidos está ante un radical pragmático que puede
acomodar", dice Petras, describiendo la naturaleza "asistencialista"
y capitalista de la "revolución" venezolana.
Refiriéndose
a la "naturaleza capitalista" del régimen cubano, el pensador de
izquierda dice que "Cuba ha establecido lazos diplomáticos con casi todos
los clientes y aliados de Estados Unidos en América Latina. Explícitamente le
tendió la mano diplomática a Uribe, rechaza la izquierda revolucionaria de las
FARC en Colombia y respalda en público a neoliberales como Lula da Silva de
Brasil, Néstor Kirchner de Argentina y Tabaré Vázquez en Uruguay, además de
firmar un amplio espectro de acuerdos de adquisición con grandes exportadores
estadunidenses de alimentos".
Definiendo
la inserción en el mercado capitalista del régimen cubano, Petras precisa que
"Cuba brinda servicios de salud gratis (y entrenamiento a miles de médicos
y educadores) en un gran número de regímenes clientes de Estados Unidos, de
Honduras a Haití y Pakistán. Abrió la puerta a inversionistas extranjeros de
cuatro continentes en todos sus principales sectores de crecimiento. La paradoja
es que mientras Cuba profundiza su integración al mercado capitalista mundial
en la emergencia de una nueva clase de elites orientadas al mercado, la Casa
Blanca incrementa su hostilidad ideológica". La misma tendencia, según
Petras, se da en "el régimen de izquierda pragmática de Morales en
Bolivia, cuya "nacionalización" no ha expropiado ni expropiará
ninguna empresa extranjera. Uno de sus principales propósitos es estimular los
acuerdos comerciales entre la elite de las agroempresas de Bolivia con Estados
Unidos".
El
"enemigo de paja"
Luego de
leer las definiciones de James Petras sobre la "integración al capitalismo
mundial" de los regimenes de Chávez, Castro y Morales (correctas e
indiscutibles en el plano del análisis y la verificación), es también correcto
formularse algunas preguntas:
1)
¿Porqué la izquierda sigue llamando "revolucionario" al régimen de
Fidel Castro, que si bien lo fue en su origen, ahora, en términos reales y
probados, ya no lo es?
2)
¿Porqué la "izquierda pragmática" llama "revolucionario y
antiimperialista" a Chávez, si ni su gobierno, ni sus políticas, tanto en
lo económico como en lo social, jamás se salieron de la naturaleza estructural
del sistema capitalista que siempre rigió en Venezuela?
3)
¿Porque el Imperio capitalista estadounidense (no obstante la inserción probada
de estos regimenes dentro del "sistema") sigue considerando a Cuba y
a Venezuela como el "enemigo número uno" de su sistema de dominio en
América Latina?.
Hay un
precepto estratégico-político (de naturaleza maquiavélica) que sostiene que
para evitar que surja un enemigo real que ponga en peligro el sistema de poder
vigente, es preciso inventar un "enemigo de paja", controlable e
inofensivo, al que se presentará como si fuese el enemigo real, o la
"principal amenaza" al sistema.
En el
actual sistema de poder capitalista imperialista controlado por Washington, la
estrategia con el "enemigo de paja" tiene como objetivo principal el
de "desactivar" los conflictos sociales y las luchas populares
(naturalmente violentos y "antisistema") y encauzarlos por caminos
"pacíficos" y meramente "reclamativos", a través de su
inserción en el "sistema democrático" controlado por Washington y el
establishment económico en la región.
Ese es el
rol concreto que cumplen los gobiernos "revolucionarios" integrados
al capitalismo como el de Chávez, cuya función principal es la de integrar a
las reglas "democráticas" los conflictos sociales que, de otra
manera, romperían el orden vigente y pondrían en peligro los negocios (hoy en
"paz") de las transnacionales y bancos capitalistas en América
Latina.
Y
agregando un detalle a la descripción de Petras: Además de estar
"integrados" al sistema de mercado capitalista mundial, los regimenes
de Castro y Chávez rechazan la lucha armada (de la cual Castro fue exportador
en las décadas del sesenta y setenta) y condenan los reclamos violentos que
alteren la "convivencia pacifica" (entre los explotados y los
dominadores).
De esta
manera, la "izquierda pragmática" de Cuba y de Venezuela, que
describe Petras, a la que adscriben mayoritariamente los nuevos teóricos
"revolucionarios", condena y demoniza por "violentos" (al
igual que lo hace la derecha) a los grupos de "izquierda
radicalizada" (caso de Quebracho en Argentina) que reivindican los métodos
de la izquierda anticapitalista, la única históricamente genuina.
Lavar a
la izquierda de su cara anticapitalista y revolucionaria, desviar las luchas y
conflictos sociales por caminos pacíficos y "reclamativos", integrar
los reclamos del dominado al "sistema democrático", y evitar que
grupos de resistencia revolucionaria (el enemigo real) amenacen y pongan en
peligro al sistema, es la misión esencial del "enemigo de paja" del
Imperio.
En cuanto
a la metodología para imponer y sostener al "enemigo de paja": Chávez
(como en otra época Castro), ha construido su imagen
mediática-"revolucionaria" a partir de los mediocres y estúpidos
ataques que recibe de los funcionarios del Imperio USA y de la derecha
"neoliberal", que le permitieron situarse como líder de la "izquierda"
en América Latina.
Y con
Chávez y el Imperio utiliza otra lógica maquiavélica de la estrategia: Hay que
inventar un enemigo falso, inofensivo y controlable, que opaque y reste
protagonismo al enemigo real que puede presentarse en cualquier momento. Y el
enemigo real que acecha al sistema de dominación imperial en América Latina, se
incuba en los conflictos sociales que ha corto plazo van a generar el desenlace
del proceso de saqueo capitalista y concentración de riquezas en pocas manos,
que tiene como gerentes políticos a la "izquierda pragmática" y a la
"derecha neoliberal".
No
sabemos como se va a llamar ese nuevo enemigo real que va a surgir del nuevo
proceso de luchas populares contra el Imperio en América Latina, pero
seguramente no tendrá la cara ni el discurso de la "izquierda
pragmática" de Cuba y Venezuela.
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