domingo, 2 de octubre de 2016

Creciendo en la China revolucionaria


Entrevista a Bai Di
Bai Di creció en la China socialista (antes de que se restaurara el capitalismo después de la muerte de Mao en 1976) y participó en la Revolución Cultural (1966-1976). Es co-compiladora del libro Some of Us: Chinese Women Growing Up in the Mao Era (Algunas de nosotras: Mujeres chinas que crecieron en la época de Mao) y directora de Estudios Chinos y Asiáticos en la Universidad Drew. La entrevistó la corresponsal de Revolución Li Onesto en febrero de 2009.

Li Onesto: Una persona joven que te oyó discursar sobre tus experiencias de crecer en la China socialista me comentó que anteriormente no tenía idea de lo que se sentía vivir la Revolución Cultural, entre otras cosas cómo era ser mujer en aquella época.

Bai Di: En mi generación, la mayoría de las mujeres esperábamos hacer grandes logros. Cuando éramos jóvenes, cuando éramos adolescentes, reinaban ideales revolucionarios. Trabajábamos por algunas metas. Sentíamos que nuestras vidas significaban mucho, no solo por nosotras mismas sino por todas esas metas sociales mayores. Eso es lo que discutíamos en aquel momento. Éramos idealistas acerca del mundo que preveíamos. Teníamos como eso de los 15 años cuando fuimos al campo, en 1972 por ahí. En ese momento gradué de la prepa. La prepa se había cerrado en 1966 y se abrió de nuevo como un año después. La mayoría del tiempo estudiábamos las obras del presidente Mao, también algo de matemáticas, química y física. Posteriormente hacíamos túneles en el patio de recreo debido al peligro de un ataque soviético. Tratábamos de proteger nuestro país.
Hubo más de mil alumnos en nuestro año; y fuimos cuatro, alumnas de nuestra prepa, que nos juntamos y decidimos escribir un poema épico de la historia de los Guardias Rojos. Teníamos grandes ambiciones en aquel momento, ahora que me acuerdo. Hubo dos chavos que querían participar y los entrevistamos. Me acuerdo que cado uno presentó algo poético que había escrito, y las cuatro los revisamos. Decidimos no aceptarlos en el grupo de escritura porque les faltaba calidad artística. Nos reíamos nada más de sus escritos porque no llegaron a nuestro nivel. Los rechazamos totalmente. Las cuatro nos considerábamos de los mejores. Queríamos documentar nuestras hazañas en educar a los demás en las enseñanzas del presidente Mao. Organizamos el primer “Equipo de Propaganda Pensamiento Mao Tsetung” en la prepa.

Li Onesto: La mayoría de la gente, cuando oye el término “equipo de propaganda”, no sabe de qué se trata o lo considera algo negativo, como si se tratara de obligar a la gente a pensar de cierto modo, que se opone al pensamiento crítico.

Bai Di: Los equipos de propaganda de Mao Tsetung los organizaron los Guardias Rojos revolucionarios en el comienzo de la Revolución Cultural para que la gente preparada, los estudiantes, armados con todos las canciones y poemas, llevaran conocimientos a los barrios urbanos y más adelante al campo. Trataron de enseñar a la gente llamada “menos preparada” sobre las directivas del partido y las ideas del presidente Mao. Nuestro equipo de propaganda enseñaba canciones revolucionarias al pueblo y le leía sobre los acontecimientos del día que salían en los periódicos. Organizábamos a los estudiantes de prepa a ir a limpiar los barrios, después presentábamos bailes y cantos, y convocábamos al pueblo a mantenerlos limpios porque son importantes las condiciones de salubridad. Sentíamos que era parte de construir una sociedad mejor.

Li Onesto: Ustedes, ¿cómo veían eso en la relación con sus ideales?

Bai Di: La idea era que podíamos hacer un cambio, que hubo todas esas oportunidades. Íbamos a cambiar el mundo; íbamos a cambiar la China. Era la misión de mi generación porque vivíamos en una época muy especial: las grandes décadas de los años 60 y 70. Decíamos de aquel momento que era el amanecer del comunismo: ese es lo importante. Trabajábamos para construir esa gran sociedad y creíamos que una educación debe tocar a todo mundo en esa sociedad. Como nosotros los estudiantes podíamos leer y podíamos escribir, lo aprovechábamos para inspirar a las demás personas, a enseñarles a cantar y enseñarles secciones de las obras de Mao. Eso es lo que hacían los equipos de propaganda. Algo se pierde en la traducción al inglés de ese concepto. En chino actualmente esa frase todavía se considera algo muy positivo. La frase equipo de propaganda no es algo negativo, es para dar de entender a todo mundo lo que necesita entender, las ideas del comité central del partido, lo que está haciendo. Durante la Revolución Cultural todo el mundo tenía que conocer eso. China en ese momento, era un país tan grande, y la organización del gobierno en cada nivel tenía un departamento de propaganda, se necesitaba en cada nivel. Hubo mucho analfabetismo. No todas las enseñanzas del presidente Mao son tan fáciles de entender y se pueden interpretar de diferentes maneras. Si uno cambia un solo renglón, cambia el significado. No se puede enseñar las palabras nada más, hay que explicarlo.
Veamos lo que se llamaban “los tres artículos constantemente leídos” de Mao: “Servir al pueblo”, “El viejo tonto que removió las montañas”, y “En memoria de Norman Bethune”. Fíjate en el cuento del viejo tonto: ¿por qué hay que hablar de eso? Es una antigua fábula china que todo el mundo ya conoce. Se trata de un señor de la tercera edad que pide a sus hijos excavar para remover dos montañas grandes que les obstruía el camino. Otros se burlaban de él diciendo que era imposible remover esas dos enormes montañas excavándolas. Pero el viejo tonto les contestó: “Después que yo muera, seguirán mis hijos; cuando ellos mueran, quedarán mis nietos, y luego sus hijos y los hijos de sus hijos, y así indefinidamente”. Esa resistencia impresionó tanto a Dios que mandó dos ángeles que se llevaron las dos montañas en el lomo. Pero el presidente Mao lo cambió y dijo que era el pueblo trabajador que removió las montañas. Dijo que, ahora, nosotros los comunistas y el partido somos como el viejo tonto. Trataremos de remover estas tres montañas —el imperialismo, el feudalismo y el capitalismo burocrático— pero no podemos. Entonces tenemos que impresionar al pueblo chino: ellos son el Dios. Solo el pueblo puede remover las tres montañas que nos oprimen. Tenemos que tenerle confianza. ¿Me entiendes? Por eso tenemos que movilizar a las masas, tenemos que entender lo que estamos haciendo. Uno tiene que explicarle a la gente lo importante que es. Tenemos que seguir haciendo algo y tenemos que seguir informando a la gente sobre lo que estamos haciendo. Tenemos que educar a la gente políticamente; eso era nuestra tarea. Cuando me acuerdo, era la totalidad de nuestra misión. Éramos tan afortunados de haber tenido la capacidad de escribir y entender cosas que otros aún no entendían, no veían la conexión. Así que eso es lo que hacíamos y cuando me pongo a pensar, qué confianza teníamos.

Li Onesto: ¿Cuál era el efecto de la Revolución Cultural sobre la condición de la mujer?

Bai Di: Un ejemplo es lo que te comenté antes, que las muchachas cambiaban de nombre. En los comienzos de la Revolución Cultural en 1966, el presidente Mao recibía a los Guardias Rojos en enormes concentraciones de masas en la plaza Tienanmen, como ocho veces yo creo. Durante una de esas concentraciones, una muchacha subió hasta donde estaba Mao y le puso un brazalete de los Guardias Rojos. Él le preguntó cómo se llamaba. Contestó: Song Binbin. Mao dijo, es un nombre muy confuciano, Binbin quiere decir prudencia y modestia. Dijo el presidente Mao: ¿Por qué ser prudente, por qué ser modesta? Debes Aiwu; debes amar esa combatividad en las mujeres. Así que se cambió de nombre de Binbin a Aiwu que significa amar la combatividad, la lucha. De allí se estableció una tónica general: las muchachas que tenían un nombre femenino como flor o jade o algo al estilo, lo cambiaban.
Según la cultura china, un nombre significa algo. Mi nombre nunca connotaba un género u otro, por decisión de mis padres. Bai es mi apellido; quiere decir ciprés, como el árbol. Es un magnífico apellido en primer lugar. Yo era primogénita y mis padres eran muy progresistas en ese momento de los años 50. Buscaron un nombre en el diccionario. Mi padre creció en el sistema comunista y estudió en la primerita clase de la Escuela de Idiomas Extranjeros dirigida por el Partido Comunista en 1946, cuando el Departamento Ruso de esa escuela se mudó de Yenán a Harbin. Estudió en la misma clase con los hijos de muchos comunistas famosos, entre ellos el segundo hijo del presidente Mao. Él y mi mamá eran muy revolucionarios. Por eso recurrieron al diccionario y encontraron “Di” que significa madera; no es nada presumida pero sí es muy buena para sobrevivir. Y parece que el nombre me resultó acertado. Cuando las muchachas estaban tratando de cambiar un nombre muy femenino a algo revolucionario, yo no tenía que cambiarlo porque ya significaba la independencia. Las muchachas trataban de cambiar de nombre; si no era revolucionario o se pasaba de muy femenino lo cambiaban por otro fuerte y combativo como los nombres de hombre. Cuando regresó el capitalismo, te puedo citar tres ejemplos cuando las mujeres retomaron el nombre original. Una de mis amigas, antes de la Revolución Cultural, tenía un nombre muy femenino y lo cambió a Wenge que literalmente quiere decir “revolución cultural”. Pero hace poco se comunicó conmigo y se había cambiado ese nombre por el antiguo. Tengo otra amiga que es editora de una editorial en Beijing; su nombre era “Roja” y lo cambió por el original, “Florecita”.

Li Onesto: Has escrito mucho sobre el papel de la mujer en la China revolucionaria. ¿Puedes comparar la situación de la mujer antes de 1949 con la situación desde 1949 hasta la Revolución Cultural, y durante la Revolución Cultural y luego ahora bajo el capitalismo?

Bai Di: Me gusta siempre mirar las diferencias entre las tres generaciones de mujeres de mi familia como indicador de los cambios en China bajo el Partido Comunista. En mi familia, ambas abuelas nacieron a comienzos del siglo XX y se casaron a temprana edad, una a los 14 años de edad y la otra a los 15. Ambas tenían los pies vendados y cada una dio a luz a 14 niños. Fueron matrimonios concertados. Las dos eran analfabetas. En toda la vida no hicieron más que dar a luz y tener niños, y vieron a unas criaturas morir sin ningún remedio. La vida de mi madre era muy diferente. Nació en los años 30, así que básicamente cuando la República Popular China se fundó en 1949, estaba en la escuela media y a principios de los años 50 fue a la universidad para estudiar el idioma ruso con el sueño de ser diplomática. Mis padres fueron la primera generación de sus familias respectivas en graduarse de la universidad. Mi madre era traductora e investigadora de literatura rusa antes de jubilarse. Finalmente, pienso en mi generación; soy profesora de universidad con doctorado. He viajado por el mundo enseñando y escribiendo. En comparación con mis abuelas y mi madre, soy más ambiciosa, más idealista y tengo más confianza. Estoy muy agradecida que crecí en un momento extremadamente especial de la historia china. La ideología dominante era que las mujeres sostienen la mitad del cielo; lo que los hombres pueden hacer, las mujeres lo pueden hacer también. Tal vez ahora parezcan consignas vacías; pero en ese período viví creyendo de veras en mí misma, en mi capacidad de hacer cambios en mi vida y en la vida de otra gente. Luego pienso en la cuarta generación de la familia. No tengo hija, así que pondré el ejemplo de mi sobrina. Ahora tiene unos 26 años, es licenciada en China y tiene un trabajo muy bien pagado. Al parecer, todo lo que le interesan son las bolsas y la ropa de marca. Le gusta hablar de quién tiene dinero, quién tiene bolsas de marca, qué tipo de esposo habrá. Yo la miro ahora y veo que se trata de otra generación, en China dicen la "post 80": una generación que invierte la mayoría de su energía en esa cultura consumista. Cuando yo era joven, la ideal social fue hacer algo bueno para los demás, trabajar para cambiar el mundo para que haya un sistema mejor. Estábamos dispuestos a hacer sacrificios. Todos creíamos en la distribución justa y equitativa de la riqueza social. Pero para los jóvenes que están creciendo en China hoy, es puro yo, yo, yo. Y toda la cultura apoya eso. También, respecto al papel de la mujer hoy, puedes ver que básicamente se les están inculcando que hay que ser una buena esposa, y ahorita toda la cultura popular china está llena de ese tipo de discurso. En la CCTV, en los programas para mujeres, tanto los anfitriones como los invitados se centrarán en qué clase de esposo te traerá la felicidad y cómo podrías ser más femenina para ser más atractiva. Se invitan a mujeres famosas de cada esfera de la sociedad para charlar sobre eso. ¿Te puedes imaginar un programa en que invitan a hombres famosos para charlar sobre esas cosas? Nunca les plantean esa clase de preguntas a los varones.

Li Onesto: Una cosa que se hizo durante la Revolución Cultural fue refutar el pensamiento confuciano y hablar de por qué el pensamiento feudal y patriarcal es opresivo, en particular para las mujeres. ¿Puedes hablar sobre eso y compararlo con la situación de hoy? 

Bai Di: Ya se estaba haciendo ese tipo de crítica al feudalismo en el movimiento 4 de mayo al comienzo del siglo XX. Pero la verdadera reforma legal empezó en los años 30 en las zonas rojas soviéticas bajo el control del Partido Comunista de China. Tras la fundación de la República Popular China, la primera ley que el nuevo gobierno aprobó no fue la constitución, pues esta se aprobó en 1954. La primera ley que el gobierno comunista aprobó, en 1950, fue la Ley del Matrimonio; por primera vez se abolieron el sistema de concubinato y el matrimonio concertado, diciendo que el hombre y la mujer debieran ser compañeros en el matrimonio y que la mujer debiera tener derecho igual a la herencia y al divorcio; se prohibieron la poligamia, el casamiento de hombres con niñas y también el concepto de niños “ilegítimos”. Fue un gran momento en la historia. Piensa en el enfoque que el gobierno dio al papel que desempeñan las cuestiones de género en cambiar la mente y la vida de la gente.
Para construir un mundo nuevo, hay que liberar a la mujer. Como dijo Marx sobre la liberación, hay que liberar a todos. Y si no se libera a la mujer, no se puede decir que se ha liberado al país. Eso demuestra lo progresista que era el Partido Comunista de China. Entonces, la primera ley aprobada fue la Ley de Matrimonio y la segunda, aprobada un mes después, fue la ley de reforma agraria. Básicamente se puede ver que en 1950, a un año de haber fundado la República Popular China, dos leyes representan en esencia el programa central del nuevo gobierno. Primero está el cambio en la superestructura: las familias eran tan imbuidas con la jerarquía familial confuciana, que era tan arraigada en la cultura china, que había que cambiarla. Así que en mi opinión eso fue un símbolo del cambio en la cultura.
Segundo está el cambio en la infraestructura de la base económica, o sea, los campesinos pobres y la tenencia de la tierra. No solamente estabas cambiando la estructura económica, había que cambiar la superestructura, incluidas las ideas de la gente. Las leyes son parte de la superestructura. Entonces, eso fue la gran idea de Mao: cambiar los dos aspectos y no solamente la economía. Por otro lado, los que querían volver al capitalismo, como Deng Xiao-ping, dijeron que simplemente al cambiar la economía, todo lo demás iba a cambiar. Sin embargo, desde un principio el Partido Comunista de China vio que hay que abolir las cosas viejas que son opresivas. Hay una dialéctica que puedes ver en todo. Por ejemplo, el problema de la Ley de Matrimonio. Había mucha resistencia a cada paso. No es una situación en que simplemente porque existe esta ley, toda la gente la seguirá. Durante los 17 años que siguieron al 1949, desde el establecimiento del nuevo gobierno socialista hasta el comienzo de la Revolución Cultural en 1966, todavía había muchos problemas para la mujer.
Cuando la nueva China se fundó en 1949, el nuevo gobierno enfrentaba muchísimos retos: la prostitución, el concubinato, el problema de las drogas. Y milagrosamente, dentro de dos o tres años, todas las prostitutas se reformaron y todos los drogadictos habían recibido tratamiento. Mi abuela me dijo que en Harbin había un barrio de prostitución que se transformó en una zona residencial normal. Desafortunadamente, hoy ese barrio ha regresado a su “tradición” de prostitución.

Li Onesto: Muchas cosas cambiaron durante los primeros 17 años; sin embargo ¿por qué era necesario avanzar más? ¿Qué problemas se estaba tratando de solucionar con la Revolución Cultural, por ejemplo en torno a la cuestión de la mujer?

Bai Di: Surgió un nuevo grupo elitista dentro del Partido y el gobierno. Durante la Revolución Cultural, se les llamaron seguidores del camino capitalista y eran el blanco de la revolución. Pero en mi opinión, “seguidor del camino capitalista” pueda ser inexacto. Eran personas que querían volver a la vieja jerarquía de la sociedad. Además, surgía la idea social de que la gente preparada debe quedarse en las ciudades, y por consiguiente esa gente menospreciaba a sus padres del campo. Eso fue uno de los síntomas durante esos 17 años y más tarde la Revolución Cultural trató de eliminarlo.
Los campesinos decían, en cuanto a sus hijos que tuvieron la suerte de ir a las universidades en las ciudades: el primer año son campesinos incultos, el segundo año han alcanzado a los demás y el tercer año abandonarán a sus padres del campo. Así que se trata de un cambio que ocurría con los hijos campesinos enviados a las ciudades. Se usó eso para hablar del problema más grande y de asuntos sociales. El Partido Comunista venía también de una base campesina. Representaba los intereses del campesinado. Entonces, se les manda a gobernar al país en Beijing, ¿verdad? Al principio, todo va bien. Mantienen su color básico, sus valores y su misión. Pero después de un tiempo, en el segundo período, alcanzan a los que ya están ahí, tratan de asimilarse y ser aceptados, y se olvidan del porqué están ahí en primer lugar.

Li Onesto: Estás diciendo que eso era una analogía con los que tenían que servir al pueblo, pero terminaron haciendo algo diferente. Mao y otros empezaron a llamarlos seguidores del camino capitalista porque había dos caminos en que China podía ir, uno que llevaba al socialismo y el otro que llevaba al capitalismo. Y había gente como Deng Xiao-ping que estaban diciendo que China debe ser capitalista y por eso se les llamaron “seguidores del camino capitalista”.

Bai Di: Pero no creo que realmente querían ir al capitalismo, sino que estaban tratando de hacer que la población regresara a la vieja tradición [feudal] y estaban tratando de fortalecer el feudalismo. Antes en China realmente no había capitalismo. Pero Deng Xiao-ping era un seguidor del camino capitalista en verdad y quería emular el sistema capitalista. Liu Shao Qi también.

Li Onesto: ¿Qué puedes decirme sobre el papel de las óperas modelo, el papel de la mujer y la importancia de la superestructura, pues la superestructura confuciana tenía cierta visión de la mujer: las momias, las beldades, etc., en el escenario?

Bai Di: Jiang Qing dio un discurso en 1965 en el cual dijo que tenemos que reformar la ópera y la literatura; eso anunció el comienzo oficial de la Revolución Cultural.

Li Onesto: ¿Por qué fue tan revolucionario lo que hicieron con las óperas modelo?

Bai Di: De eso trata mi investigación. En mi opinión, antes de la Revolución Cultural, aunque el Partido Comunista de China era muy agresivo políticamente, culturalmente el Partido todavía tenía un dejo de inclinación conservadora. Se aprobó la Ley del Matrimonio y eso fue un gran momento en la historia china, algo muy progresista. Pero en lo cultural conllevaba algo muy tradicional: por qué una ley de matrimonio, que todavía representa pensar que las mujeres necesitan casarse. Eso es mi argumento. Lo que Jiang Qing hizo fue más radical que eso. Estoy escribiendo una ponencia sobre eso, la cual presentaré en el verano, sobre la ópera y la literatura de la Revolución Cultural. Lo que quiero decir es que en comparación con las obras viejas, el papel del género cambió en las óperas modelo y las obras de ballet.
Hay que destacar el teatro modelo: así debiera ser la revolución. No podemos idealizar la Revolución Cultural, pero esta trató el problema de que 600 millones de personas todavía guardaban mucho bagaje del pasado. El presidente Mao dijo que no es posible hacer la revolución en una sola generación. Se requiere una segunda y una tercera generación; la gente todavía guarda bagaje del pasado. Ahora es muy difícil opinar sobre eso; los que estudian la Revolución Cultural dicen que las óperas modelo han creado todo tipo de imágenes falsas y estereotipos. Bueno, ¿y qué? Cualquier obra artística crea y promueve ciertas imágenes y estereotipos.

Li Onesto: Y se las usan para promover ciertas ideas...

Bai Di: Exacto. ¿Qué tiene eso de malo en comparación con la promoción de otros tipos de ideales? Si miras Lago de cisnes, expresa cierta visión de la belleza femenil. Y luego tienes Destacamento rojo de mujeres, donde se usa la misma forma de ballet, pero con una imagen diferente de la mujer. Tienes esa comparación y ese contraste. Jiang Qing usó la ópera de Beijing, que es una forma muy, muy abstracta; la usó para presentar cierto mensaje y cierta imagen. Algunos dicen: ay, no, esas mujeres no son reales porque no tienen familia. Pero de eso se trata. Las mujeres interpretadas no llevan la carga de una familia. Así que, en ese sentido cultural, Jiang Qing fue más avanzada. Y ves como son las cosas ahora en China bajo el capitalismo. La familia es totalmente perjudicial para la mujer. Y en términos del papel pleno de la mujer, su liberación y su papel social, la mujer tiene que salir de la familia. En la cultura china en particular, la palabra familia es una palabra cargada, un concepto cargado, tienes un papel y una obligación.

Li Onesto: Es así también en la cultura estadounidense; hay relaciones y obligaciones desiguales, está el patriarcado...

Bai Di: Exactamente. La mujer jamás tendrá una posición de igualdad en la estructura de la familia. Ahí mismo está el feminismo muy radical de Jiang Qing. La mujer puede ser una revolucionaria y una gran líder solo cuando se libera de ser una madre, de ser una esposa. Esas son imágenes que el teatro modelo de la Revolución Cultural ha construido.

Li Onesto: ¿Puedes hablar más sobre los logros de la Revolución Cultural y el significado de crecer en una sociedad socialista?

Bai Di: Crecí ahí y, para mí, siempre tenía una razón de ser. Para eso estaba la educación. Y no teníamos que preocuparnos por situaciones como ese tipo de crisis financiera que siempre habrá periódicamente en el capitalismo. Nunca tuvimos mucho: un cambio de ropa aparte de lo que teníamos puesto, pero jamás pensamos que deberíamos tener más. No tuvimos ese tipo de deseo loco por cualquier cosa, por ejemplo la necesidad de ir de compras todo el tiempo. Creo que el capitalismo es buenísimo para crear vacíos en la psiquis de la gente. Te enseñará que la única manera de sentir bien es queriendo tener más. Te consume. En mi niñez, no presté mucha atención a las cosas materiales. Por eso tuvimos la energía para hacer otras cosas para el bien de todos. Estudiamos toda clase de materia y creíamos que nuestra presencia era un elemento importante del futuro. Sí, mirábamos mucho hacia el futuro y, es más, nos enfocamos en un plano más amplio que solo China. Nos enfocamos en toda la humanidad. Eso era lo que nos inspiraba. En mi opinión, la educación debe servir para eso.
Algunas personas creen en el individualismo. Pero si piensas que eres lo que más importa, entonces tendrás una vida muy aburrida, porque tu existencia no tiene trascendencia para los demás; así creo yo. No podrías sobrevivir mucho. Hay que colocarte en la historia humana. Así tu vida, tu existencia tendrá una trascendencia. Eso es lo que dijo el presidente Mao. En su conmemoración al médico Norman Bethune, dijo que todo mundo tiene que morir. Pero la muerte tiene distintos significados. Una persona que tiene una muerte meritoria, pues esa muerte tiene más peso que el monte Tai. La muerte de otra persona puede pesar menos de una pluma. Debido a que Bethune dedicó su vida a esta causa comunista, todos lo recordamos; su muerte pesa mucho. A todos nos orientaron así. Así sientes que eres parte de algo. Y eso da más significado a tu vida y a tu muerte. Ahora que pienso en ello, éramos muy profundos como adolescentes. Ya estábamos bregando con las preguntas existenciales de toda la humanidad: la vida y la muerte.
En ese tiempo yo nunca había vivido en una sociedad capitalista, así que no podía compararla con el socialismo. Pero al mirar cómo son las cosas ahora en China y en Estados Unidos, creo que en ese entonces respiramos un optimismo, siempre nos sentimos optimistas. La gente no se quejaba de nada. Ahora todos se quejan aunque ya tienen mucho. En el capitalismo, hay muchos deseos de tener toda clase de cosas. Ahora cuando regreso a China, todo el mundo se queja y es solamente dinero, dinero, dinero. Sin embargo, en el socialismo, el propósito de la vida no fue el dinero. Como dijo Lei Feng de manera sucinta: No podemos vivir sin comida, pero el propósito de nuestras vidas no es la comida. Es crear una sociedad mejor. Eso sintetiza aproximadamente el espíritu. Lei Feng era un soldado raso del Ejército Popular de Liberación que murió defendiendo su puesto. Pasó los 22 cortos años de su vida ayudando a la gente. Y en 1964 el presidente Mao exhortó a toda la nación a “Aprender del camarada Lei Feng”.

Fuente: Revolución #162, 19 de abril de 2009 


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