Entrevista
a Bai Di
Bai Di creció en la China socialista (antes de que
se restaurara el capitalismo después de la muerte de Mao en 1976) y participó
en la Revolución Cultural (1966-1976). Es co-compiladora del libro Some of
Us: Chinese Women Growing Up in the Mao Era (Algunas de nosotras: Mujeres
chinas que crecieron en la época de Mao) y directora de Estudios Chinos y
Asiáticos en la Universidad Drew. La entrevistó la corresponsal de Revolución
Li Onesto en febrero de 2009.
Li Onesto: Una
persona joven que te oyó discursar sobre tus experiencias de crecer en la China
socialista me comentó que anteriormente no tenía idea de lo que se sentía vivir
la Revolución Cultural, entre otras cosas cómo era ser mujer en aquella época.
Bai Di: En mi
generación, la mayoría de las mujeres esperábamos hacer grandes logros. Cuando
éramos jóvenes, cuando éramos adolescentes, reinaban ideales revolucionarios.
Trabajábamos por algunas metas. Sentíamos que nuestras vidas significaban
mucho, no solo por nosotras mismas sino por todas esas metas sociales mayores.
Eso es lo que discutíamos en aquel momento. Éramos idealistas acerca del mundo
que preveíamos. Teníamos como eso de los 15 años cuando fuimos al campo, en
1972 por ahí. En ese momento gradué de la prepa. La prepa se había cerrado en
1966 y se abrió de nuevo como un año después. La mayoría del tiempo
estudiábamos las obras del presidente Mao, también algo de matemáticas, química
y física. Posteriormente hacíamos túneles en el patio de recreo debido al
peligro de un ataque soviético. Tratábamos de proteger nuestro país.
Hubo más de mil alumnos en nuestro año; y fuimos
cuatro, alumnas de nuestra prepa, que nos juntamos y decidimos escribir un
poema épico de la historia de los Guardias Rojos. Teníamos grandes ambiciones
en aquel momento, ahora que me acuerdo. Hubo dos chavos que querían participar
y los entrevistamos. Me acuerdo que cado uno presentó algo poético que había
escrito, y las cuatro los revisamos. Decidimos no aceptarlos en el grupo de
escritura porque les faltaba calidad artística. Nos reíamos nada más de sus
escritos porque no llegaron a nuestro nivel. Los rechazamos totalmente. Las
cuatro nos considerábamos de los mejores. Queríamos documentar nuestras hazañas
en educar a los demás en las enseñanzas del presidente Mao. Organizamos el primer
“Equipo de Propaganda Pensamiento Mao Tsetung” en la prepa.
Li Onesto: La
mayoría de la gente, cuando oye el término “equipo de propaganda”, no sabe de
qué se trata o lo considera algo negativo, como si se tratara de obligar a la
gente a pensar de cierto modo, que se opone al pensamiento crítico.
Bai Di: Los
equipos de propaganda de Mao Tsetung los organizaron los Guardias Rojos
revolucionarios en el comienzo de la Revolución Cultural para que la gente
preparada, los estudiantes, armados con todos las canciones y poemas, llevaran
conocimientos a los barrios urbanos y más adelante al campo. Trataron de
enseñar a la gente llamada “menos preparada” sobre las directivas del partido y
las ideas del presidente Mao. Nuestro equipo de propaganda enseñaba canciones
revolucionarias al pueblo y le leía sobre los acontecimientos del día que
salían en los periódicos. Organizábamos a los estudiantes de prepa a ir a
limpiar los barrios, después presentábamos bailes y cantos, y convocábamos al
pueblo a mantenerlos limpios porque son importantes las condiciones de
salubridad. Sentíamos que era parte de construir una sociedad mejor.
Li Onesto:
Ustedes, ¿cómo veían eso en la relación con sus ideales?
Bai Di: La
idea era que podíamos hacer un cambio, que hubo todas esas oportunidades.
Íbamos a cambiar el mundo; íbamos a cambiar la China. Era la misión de mi
generación porque vivíamos en una época muy especial: las grandes décadas de
los años 60 y 70. Decíamos de aquel momento que era el amanecer del comunismo:
ese es lo importante. Trabajábamos para construir esa gran sociedad y creíamos
que una educación debe tocar a todo mundo en esa sociedad. Como nosotros los
estudiantes podíamos leer y podíamos escribir, lo aprovechábamos para inspirar
a las demás personas, a enseñarles a cantar y enseñarles secciones de las obras
de Mao. Eso es lo que hacían los equipos de propaganda. Algo se pierde en la
traducción al inglés de ese concepto. En chino actualmente esa frase todavía se
considera algo muy positivo. La frase equipo de propaganda no es algo negativo,
es para dar de entender a todo mundo lo que necesita entender, las ideas del
comité central del partido, lo que está haciendo. Durante la Revolución
Cultural todo el mundo tenía que conocer eso. China en ese momento, era un país
tan grande, y la organización del gobierno en cada nivel tenía un departamento
de propaganda, se necesitaba en cada nivel. Hubo mucho analfabetismo. No todas
las enseñanzas del presidente Mao son tan fáciles de entender y se pueden
interpretar de diferentes maneras. Si uno cambia un solo renglón, cambia el
significado. No se puede enseñar las palabras nada más, hay que explicarlo.
Veamos lo que se llamaban “los tres artículos
constantemente leídos” de Mao: “Servir al pueblo”, “El viejo tonto que removió
las montañas”, y “En memoria de Norman Bethune”. Fíjate en el cuento del viejo
tonto: ¿por qué hay que hablar de eso? Es una antigua fábula china que todo el
mundo ya conoce. Se trata de un señor de la tercera edad que pide a sus hijos
excavar para remover dos montañas grandes que les obstruía el camino. Otros se
burlaban de él diciendo que era imposible remover esas dos enormes montañas
excavándolas. Pero el viejo tonto les contestó: “Después que yo muera, seguirán
mis hijos; cuando ellos mueran, quedarán mis nietos, y luego sus hijos y los
hijos de sus hijos, y así indefinidamente”. Esa resistencia impresionó tanto a
Dios que mandó dos ángeles que se llevaron las dos montañas en el lomo. Pero el
presidente Mao lo cambió y dijo que era el pueblo trabajador que removió las
montañas. Dijo que, ahora, nosotros los comunistas y el partido somos como el
viejo tonto. Trataremos de remover estas tres montañas —el imperialismo, el
feudalismo y el capitalismo burocrático— pero no podemos. Entonces tenemos que
impresionar al pueblo chino: ellos son el Dios. Solo el pueblo puede remover
las tres montañas que nos oprimen. Tenemos que tenerle confianza. ¿Me
entiendes? Por eso tenemos que movilizar a las masas, tenemos que entender lo
que estamos haciendo. Uno tiene que explicarle a la gente lo importante que es.
Tenemos que seguir haciendo algo y tenemos que seguir informando a la gente
sobre lo que estamos haciendo. Tenemos que educar a la gente políticamente; eso
era nuestra tarea. Cuando me acuerdo, era la totalidad de nuestra misión.
Éramos tan afortunados de haber tenido la capacidad de escribir y entender
cosas que otros aún no entendían, no veían la conexión. Así que eso es lo que
hacíamos y cuando me pongo a pensar, qué confianza teníamos.
Li Onesto: ¿Cuál
era el efecto de la Revolución Cultural sobre la condición de la mujer?
Bai Di: Un
ejemplo es lo que te comenté antes, que las muchachas cambiaban de nombre. En
los comienzos de la Revolución Cultural en 1966, el presidente Mao recibía a
los Guardias Rojos en enormes concentraciones de masas en la plaza Tienanmen,
como ocho veces yo creo. Durante una de esas concentraciones, una muchacha
subió hasta donde estaba Mao y le puso un brazalete de los Guardias Rojos. Él
le preguntó cómo se llamaba. Contestó: Song Binbin. Mao dijo, es un nombre muy
confuciano, Binbin quiere decir prudencia y modestia. Dijo el presidente Mao:
¿Por qué ser prudente, por qué ser modesta? Debes Aiwu; debes amar esa
combatividad en las mujeres. Así que se cambió de nombre de Binbin a Aiwu que
significa amar la combatividad, la lucha. De allí se estableció una tónica
general: las muchachas que tenían un nombre femenino como flor o jade o algo al
estilo, lo cambiaban.
Según la cultura china, un nombre significa algo.
Mi nombre nunca connotaba un género u otro, por decisión de mis padres. Bai es
mi apellido; quiere decir ciprés, como el árbol. Es un magnífico apellido en
primer lugar. Yo era primogénita y mis padres eran muy progresistas en ese
momento de los años 50. Buscaron un nombre en el diccionario. Mi padre creció
en el sistema comunista y estudió en la primerita clase de la Escuela de
Idiomas Extranjeros dirigida por el Partido Comunista en 1946, cuando el
Departamento Ruso de esa escuela se mudó de Yenán a Harbin. Estudió en la misma
clase con los hijos de muchos comunistas famosos, entre ellos el segundo hijo del
presidente Mao. Él y mi mamá eran muy revolucionarios. Por eso recurrieron al
diccionario y encontraron “Di” que significa madera; no es nada presumida pero
sí es muy buena para sobrevivir. Y parece que el nombre me resultó acertado.
Cuando las muchachas estaban tratando de cambiar un nombre muy femenino a algo
revolucionario, yo no tenía que cambiarlo porque ya significaba la
independencia. Las muchachas trataban de cambiar de nombre; si no era
revolucionario o se pasaba de muy femenino lo cambiaban por otro fuerte y
combativo como los nombres de hombre. Cuando regresó el capitalismo, te puedo
citar tres ejemplos cuando las mujeres retomaron el nombre original. Una de mis
amigas, antes de la Revolución Cultural, tenía un nombre muy femenino y lo
cambió a Wenge que literalmente quiere decir “revolución cultural”. Pero hace
poco se comunicó conmigo y se había cambiado ese nombre por el antiguo. Tengo
otra amiga que es editora de una editorial en Beijing; su nombre era “Roja” y
lo cambió por el original, “Florecita”.
Li
Onesto: Has escrito mucho sobre el papel de la mujer en la
China revolucionaria. ¿Puedes comparar la situación de la mujer antes de 1949
con la situación desde 1949 hasta la Revolución Cultural, y durante la
Revolución Cultural y luego ahora bajo el capitalismo?
Bai Di: Me
gusta siempre mirar las diferencias entre las tres generaciones de mujeres de
mi familia como indicador de los cambios en China bajo el Partido Comunista. En
mi familia, ambas abuelas nacieron a comienzos del siglo XX y se casaron a
temprana edad, una a los 14 años de edad y la otra a los 15. Ambas tenían los
pies vendados y cada una dio a luz a 14 niños. Fueron matrimonios concertados.
Las dos eran analfabetas. En toda la vida no hicieron más que dar a luz y tener
niños, y vieron a unas criaturas morir sin ningún remedio. La vida de mi madre
era muy diferente. Nació en los años 30, así que básicamente cuando la
República Popular China se fundó en 1949, estaba en la escuela media y a
principios de los años 50 fue a la universidad para estudiar el idioma ruso con
el sueño de ser diplomática. Mis padres fueron la primera generación de sus
familias respectivas en graduarse de la universidad. Mi madre era traductora e
investigadora de literatura rusa antes de jubilarse. Finalmente, pienso en mi
generación; soy profesora de universidad con doctorado. He viajado por el mundo
enseñando y escribiendo. En comparación con mis abuelas y mi madre, soy más
ambiciosa, más idealista y tengo más confianza. Estoy muy agradecida que crecí
en un momento extremadamente especial de la historia china. La ideología
dominante era que las mujeres sostienen la mitad del cielo; lo que los hombres
pueden hacer, las mujeres lo pueden hacer también. Tal vez ahora parezcan
consignas vacías; pero en ese período viví creyendo de veras en mí misma, en mi
capacidad de hacer cambios en mi vida y en la vida de otra gente. Luego pienso
en la cuarta generación de la familia. No tengo hija, así que pondré el ejemplo
de mi sobrina. Ahora tiene unos 26 años, es licenciada en China y tiene un
trabajo muy bien pagado. Al parecer, todo lo que le interesan son las bolsas y
la ropa de marca. Le gusta hablar de quién tiene dinero, quién tiene bolsas de
marca, qué tipo de esposo habrá. Yo la miro ahora y veo que se trata de otra
generación, en China dicen la "post 80": una generación que invierte
la mayoría de su energía en esa cultura consumista. Cuando yo era joven, la
ideal social fue hacer algo bueno para los demás, trabajar para cambiar el
mundo para que haya un sistema mejor. Estábamos dispuestos a hacer sacrificios.
Todos creíamos en la distribución justa y equitativa de la riqueza social. Pero
para los jóvenes que están creciendo en China hoy, es puro yo, yo, yo. Y toda
la cultura apoya eso. También, respecto al papel de la mujer hoy, puedes ver
que básicamente se les están inculcando que hay que ser una buena esposa, y
ahorita toda la cultura popular china está llena de ese tipo de discurso. En la
CCTV, en los programas para mujeres, tanto los anfitriones como los invitados
se centrarán en qué clase de esposo te traerá la felicidad y cómo podrías ser
más femenina para ser más atractiva. Se invitan a mujeres famosas de cada
esfera de la sociedad para charlar sobre eso. ¿Te puedes imaginar un programa
en que invitan a hombres famosos para charlar sobre esas cosas? Nunca les
plantean esa clase de preguntas a los varones.
Li Onesto: Una
cosa que se hizo durante la Revolución Cultural fue refutar el pensamiento
confuciano y hablar de por qué el pensamiento feudal y patriarcal es opresivo,
en particular para las mujeres. ¿Puedes hablar sobre eso y compararlo con la
situación de hoy?
Bai Di: Ya se
estaba haciendo ese tipo de crítica al feudalismo en el movimiento 4 de mayo al
comienzo del siglo XX. Pero la verdadera reforma legal empezó en los años 30 en
las zonas rojas soviéticas bajo el control del Partido Comunista de China. Tras
la fundación de la República Popular China, la primera ley que el nuevo
gobierno aprobó no fue la constitución, pues esta se aprobó en 1954. La primera
ley que el gobierno comunista aprobó, en 1950, fue la Ley del Matrimonio; por
primera vez se abolieron el sistema de concubinato y el matrimonio concertado,
diciendo que el hombre y la mujer debieran ser compañeros en el matrimonio y
que la mujer debiera tener derecho igual a la herencia y al divorcio; se
prohibieron la poligamia, el casamiento de hombres con niñas y también el
concepto de niños “ilegítimos”. Fue un gran momento en la historia. Piensa en
el enfoque que el gobierno dio al papel que desempeñan las cuestiones de género
en cambiar la mente y la vida de la gente.
Para construir un mundo nuevo, hay que liberar a la
mujer. Como dijo Marx sobre la liberación, hay que liberar a todos. Y si no se
libera a la mujer, no se puede decir que se ha liberado al país. Eso demuestra
lo progresista que era el Partido Comunista de China. Entonces, la primera ley
aprobada fue la Ley de Matrimonio y la segunda, aprobada un mes después, fue la
ley de reforma agraria. Básicamente se puede ver que en 1950, a un año de haber
fundado la República Popular China, dos leyes representan en esencia el
programa central del nuevo gobierno. Primero está el cambio en la
superestructura: las familias eran tan imbuidas con la jerarquía familial
confuciana, que era tan arraigada en la cultura china, que había que cambiarla.
Así que en mi opinión eso fue un símbolo del cambio en la cultura.
Segundo está el cambio en la infraestructura de la
base económica, o sea, los campesinos pobres y la tenencia de la tierra. No
solamente estabas cambiando la estructura económica, había que cambiar la
superestructura, incluidas las ideas de la gente. Las leyes son parte de la
superestructura. Entonces, eso fue la gran idea de Mao: cambiar los dos
aspectos y no solamente la economía. Por otro lado, los que querían volver al
capitalismo, como Deng Xiao-ping, dijeron que simplemente al cambiar la
economía, todo lo demás iba a cambiar. Sin embargo, desde un principio el
Partido Comunista de China vio que hay que abolir las cosas viejas que son
opresivas. Hay una dialéctica que puedes ver en todo. Por ejemplo, el problema
de la Ley de Matrimonio. Había mucha resistencia a cada paso. No es una
situación en que simplemente porque existe esta ley, toda la gente la seguirá.
Durante los 17 años que siguieron al 1949, desde el establecimiento del nuevo
gobierno socialista hasta el comienzo de la Revolución Cultural en 1966,
todavía había muchos problemas para la mujer.
Cuando la nueva China se fundó en 1949, el nuevo
gobierno enfrentaba muchísimos retos: la prostitución, el concubinato, el
problema de las drogas. Y milagrosamente, dentro de dos o tres años, todas las
prostitutas se reformaron y todos los drogadictos habían recibido tratamiento.
Mi abuela me dijo que en Harbin había un barrio de prostitución que se
transformó en una zona residencial normal. Desafortunadamente, hoy ese barrio
ha regresado a su “tradición” de prostitución.
Li Onesto: Muchas
cosas cambiaron durante los primeros 17 años; sin embargo ¿por qué era
necesario avanzar más? ¿Qué problemas se estaba tratando de solucionar con la
Revolución Cultural, por ejemplo en torno a la cuestión de la mujer?
Bai Di: Surgió
un nuevo grupo elitista dentro del Partido y el gobierno. Durante la Revolución
Cultural, se les llamaron seguidores del camino capitalista y eran el blanco de
la revolución. Pero en mi opinión, “seguidor del camino capitalista” pueda ser
inexacto. Eran personas que querían volver a la vieja jerarquía de la sociedad.
Además, surgía la idea social de que la gente preparada debe quedarse en las
ciudades, y por consiguiente esa gente menospreciaba a sus padres del campo.
Eso fue uno de los síntomas durante esos 17 años y más tarde la Revolución
Cultural trató de eliminarlo.
Los campesinos decían, en cuanto a sus hijos que
tuvieron la suerte de ir a las universidades en las ciudades: el primer año son
campesinos incultos, el segundo año han alcanzado a los demás y el tercer año
abandonarán a sus padres del campo. Así que se trata de un cambio que ocurría
con los hijos campesinos enviados a las ciudades. Se usó eso para hablar del
problema más grande y de asuntos sociales. El Partido Comunista venía también
de una base campesina. Representaba los intereses del campesinado. Entonces, se
les manda a gobernar al país en Beijing, ¿verdad? Al principio, todo va bien.
Mantienen su color básico, sus valores y su misión. Pero después de un tiempo,
en el segundo período, alcanzan a los que ya están ahí, tratan de asimilarse y
ser aceptados, y se olvidan del porqué están ahí en primer lugar.
Li Onesto: Estás
diciendo que eso era una analogía con los que tenían que servir al pueblo, pero
terminaron haciendo algo diferente. Mao y otros empezaron a llamarlos
seguidores del camino capitalista porque había dos caminos en que China podía
ir, uno que llevaba al socialismo y el otro que llevaba al capitalismo. Y había
gente como Deng Xiao-ping que estaban diciendo que China debe ser capitalista y
por eso se les llamaron “seguidores del camino capitalista”.
Bai Di: Pero
no creo que realmente querían ir al capitalismo, sino que estaban tratando de
hacer que la población regresara a la vieja tradición [feudal] y estaban
tratando de fortalecer el feudalismo. Antes en China realmente no había
capitalismo. Pero Deng Xiao-ping era un seguidor del camino capitalista en verdad
y quería emular el sistema capitalista. Liu Shao Qi también.
Li Onesto: ¿Qué
puedes decirme sobre el papel de las óperas modelo, el papel de la mujer y la
importancia de la superestructura, pues la superestructura confuciana tenía
cierta visión de la mujer: las momias, las beldades, etc., en el escenario?
Bai Di: Jiang
Qing dio un discurso en 1965 en el cual dijo que tenemos que reformar la ópera
y la literatura; eso anunció el comienzo oficial de la Revolución Cultural.
Li Onesto: ¿Por
qué fue tan revolucionario lo que hicieron con las óperas modelo?
Bai Di: De eso
trata mi investigación. En mi opinión, antes de la Revolución Cultural, aunque
el Partido Comunista de China era muy agresivo políticamente, culturalmente el
Partido todavía tenía un dejo de inclinación conservadora. Se aprobó la Ley del
Matrimonio y eso fue un gran momento en la historia china, algo muy
progresista. Pero en lo cultural conllevaba algo muy tradicional: por qué una
ley de matrimonio, que todavía representa pensar que las mujeres necesitan
casarse. Eso es mi argumento. Lo que Jiang Qing hizo fue más radical que eso.
Estoy escribiendo una ponencia sobre eso, la cual presentaré en el verano,
sobre la ópera y la literatura de la Revolución Cultural. Lo que quiero decir
es que en comparación con las obras viejas, el papel del género cambió en las
óperas modelo y las obras de ballet.
Hay que destacar el teatro modelo: así debiera ser
la revolución. No podemos idealizar la Revolución Cultural, pero esta trató el
problema de que 600 millones de personas todavía guardaban mucho bagaje del
pasado. El presidente Mao dijo que no es posible hacer la revolución en una
sola generación. Se requiere una segunda y una tercera generación; la gente
todavía guarda bagaje del pasado. Ahora es muy difícil opinar sobre eso; los
que estudian la Revolución Cultural dicen que las óperas modelo han creado todo
tipo de imágenes falsas y estereotipos. Bueno, ¿y qué? Cualquier obra artística
crea y promueve ciertas imágenes y estereotipos.
Li Onesto: Y se
las usan para promover ciertas ideas...
Bai Di: Exacto.
¿Qué tiene eso de malo en comparación con la promoción de otros tipos de
ideales? Si miras Lago de cisnes, expresa cierta visión de la belleza
femenil. Y luego tienes Destacamento rojo de mujeres, donde se usa la
misma forma de ballet, pero con una imagen diferente de la mujer. Tienes esa
comparación y ese contraste. Jiang Qing usó la ópera de Beijing, que es una
forma muy, muy abstracta; la usó para presentar cierto mensaje y cierta imagen.
Algunos dicen: ay, no, esas mujeres no son reales porque no tienen familia.
Pero de eso se trata. Las mujeres interpretadas no llevan la carga de una
familia. Así que, en ese sentido cultural, Jiang Qing fue más avanzada. Y ves
como son las cosas ahora en China bajo el capitalismo. La familia es totalmente
perjudicial para la mujer. Y en términos del papel pleno de la mujer, su
liberación y su papel social, la mujer tiene que salir de la familia. En la
cultura china en particular, la palabra familia es una palabra cargada, un
concepto cargado, tienes un papel y una obligación.
Li Onesto: Es así
también en la cultura estadounidense; hay relaciones y obligaciones desiguales,
está el patriarcado...
Bai Di: Exactamente.
La mujer jamás tendrá una posición de igualdad en la estructura de la familia.
Ahí mismo está el feminismo muy radical de Jiang Qing. La mujer puede ser una
revolucionaria y una gran líder solo cuando se libera de ser una madre, de ser
una esposa. Esas son imágenes que el teatro modelo de la Revolución Cultural ha
construido.
Li Onesto: ¿Puedes
hablar más sobre los logros de la Revolución Cultural y el significado de
crecer en una sociedad socialista?
Bai Di: Crecí
ahí y, para mí, siempre tenía una razón de ser. Para eso estaba la educación. Y
no teníamos que preocuparnos por situaciones como ese tipo de crisis financiera
que siempre habrá periódicamente en el capitalismo. Nunca tuvimos mucho: un
cambio de ropa aparte de lo que teníamos puesto, pero jamás pensamos que
deberíamos tener más. No tuvimos ese tipo de deseo loco por cualquier cosa, por
ejemplo la necesidad de ir de compras todo el tiempo. Creo que el capitalismo
es buenísimo para crear vacíos en la psiquis de la gente. Te enseñará que la
única manera de sentir bien es queriendo tener más. Te consume. En mi niñez, no
presté mucha atención a las cosas materiales. Por eso tuvimos la energía para
hacer otras cosas para el bien de todos. Estudiamos toda clase de materia y
creíamos que nuestra presencia era un elemento importante del futuro. Sí,
mirábamos mucho hacia el futuro y, es más, nos enfocamos en un plano más amplio
que solo China. Nos enfocamos en toda la humanidad. Eso era lo que nos
inspiraba. En mi opinión, la educación debe servir para eso.
Algunas personas creen en el individualismo. Pero
si piensas que eres lo que más importa, entonces tendrás una vida muy aburrida,
porque tu existencia no tiene trascendencia para los demás; así creo yo. No
podrías sobrevivir mucho. Hay que colocarte en la historia humana. Así tu vida,
tu existencia tendrá una trascendencia. Eso es lo que dijo el presidente Mao.
En su conmemoración al médico Norman Bethune, dijo que todo mundo tiene que
morir. Pero la muerte tiene distintos significados. Una persona que tiene una
muerte meritoria, pues esa muerte tiene más peso que el monte Tai. La muerte de
otra persona puede pesar menos de una pluma. Debido a que Bethune dedicó su
vida a esta causa comunista, todos lo recordamos; su muerte pesa mucho. A todos
nos orientaron así. Así sientes que eres parte de algo. Y eso da más significado
a tu vida y a tu muerte. Ahora que pienso en ello, éramos muy profundos como
adolescentes. Ya estábamos bregando con las preguntas existenciales de toda la
humanidad: la vida y la muerte.
En ese tiempo yo nunca había vivido en una sociedad
capitalista, así que no podía compararla con el socialismo. Pero al mirar cómo
son las cosas ahora en China y en Estados Unidos, creo que en ese entonces
respiramos un optimismo, siempre nos sentimos optimistas. La gente no se
quejaba de nada. Ahora todos se quejan aunque ya tienen mucho. En el
capitalismo, hay muchos deseos de tener toda clase de cosas. Ahora cuando
regreso a China, todo el mundo se queja y es solamente dinero, dinero, dinero.
Sin embargo, en el socialismo, el propósito de la vida no fue el dinero. Como
dijo Lei Feng de manera sucinta: No podemos vivir sin comida, pero el propósito
de nuestras vidas no es la comida. Es crear una sociedad mejor. Eso sintetiza
aproximadamente el espíritu. Lei Feng era un soldado raso del Ejército Popular
de Liberación que murió defendiendo su puesto. Pasó los 22 cortos años de su
vida ayudando a la gente. Y en 1964 el presidente Mao exhortó a toda la nación
a “Aprender del camarada Lei Feng”.
Fuente: Revolución #162, 19 de abril de 2009
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